Batman: El último caballero de la Tierra ¿Está el cruzado de la capa preparado para el fin del mundo, o solo imagina que ha llegado el fin?
El regreso de Scott Snyder a un título de Batman no podía tener mejor marco, el recién nacido sello Black Label acoge la nueva colaboración del escritor con Greg Capullo, artista con el que crearon un dúo creativo que cambió para siempre la mitología del hombre murciélago. En Batman: El último caballero de la Tierra, el mundo no es como era, ahora es un manicomio, literalmente, y Bruce Wayne tiene que huir, porque es Batman, ¿o no?
Batman, el luchador implacable, el hombre entrenado durante toda una vida para ganar una guerra interminable, el loco encerrado en Arkham, la víctima de una ilusión creada por su trauma. ¿Quién es real, el héroe, o el enfermo? Scott Snyder comienza fuerte su nueva incursión en la vida del detective, y lo hace poniendo en duda su existencia. Black Label alberga historias diferentes, lo que significa que no tienen porque ser parte del canon del personaje, permiten experimentar y llevarlos más allá de lo que la continuidad permite, y Snyder y Capullo han decidido que el límite es la realidad.
La necesidad de Batman, de su mundo, del dolor que ha sufrido, planteado como una enfermedad, una ilusión paranoica de un hombre que no pudo superar la pérdida de sus padres. Y siempre, a su lado, la única persona que jamás lo abandona, Alfred. Esa figura paterna hace en esta historia el máximo sacrificio, criarlo, cuidarlo, y dejar su vida por la de Bruce Wayne, y un poco más, porque con Snyder, siempre hay un giro. Y esta vez no es la preparación de Batman ante toda contingencia, es la realidad, más retorcida de lo habitual, más peligrosa.
Nos encontramos con una trama en tres actos para un solo tomo de tres entregas, lo que a priori implicaría que o nos encontramos ante una historia que no profundiza, o que puede resultar densa si los autores introducen demasiado en tan poco espacio. Snyder ha demostrado ser capaz de introducir mucho en poco espacio, o nada en mucho, al guionista se le suele acusar de que puede no contar nada a base de marear una premisa, o de acumular información imprecisamente, dando lugar a farragosos cómics que resultan confusos. Aquí ha encontrado ese punto óptimo con el que hizo historia en la serie de Batman, conduce la trama fluidamente, pero la dota de información y detalles que la llenan de interés, sin resultar pesado, y deja en el aire las suficientes preguntas para que el lector quiera más.
Nos encontramos en una sola entrega en unos dos mundos diferentes, y en tres momentos temporales, lo que podría ser confuso, está bien equilibrado y estructurado. Lo que permite una narrativa sencilla que se disfruta. Buena parte de ello se debe a un enorme Greg Capullo, que con tiempo de sobra para desarrollar todo su arte, plasma la historia magistralmente. Toda viñeta está planteada para contar la historia con precisión, y de dotarla de vida, de crear un nuevo universo para Batman con pequeños elementos. Con atención al detalle y con su gran control de los negros, el dibujante nos lleva a través de este primer número en volandas, sabiendo que la falta de acción física no es falta de dinamismo o fuerza. Un autor maravilloso que se encuentra en plena forma.
Muchos os preguntareis por la portada, y sobre todo por esa imagen de la cabeza del Joker en una jaula. Pero, la verdad, quien no ha pensado jamás en una escena tan poderosa, el caballero oscuro portando la cabeza de su enemigo, del ser más depravado y peligroso que existe, a través de un escenario vació. Sí, es impactante, pero no es aleatoria, hay una explicación, que no tendréis completa por el momento.
Batman, el último caballero de la Tierra es una obra que comienza con fuerza, y reencuentra al lector con el mejor Snyder, el que cuida tanto la estructura como la historia, desencorsetado de la continuidad, pudiendo hacer lo que quiera, y acompañado de si colega y compinche en esto de hacer historia del cómic, Greg Capullo, un dúo dinámico que siempre ofrece calidad, y que en este cómic, demuestra que siguen siendo uña y carne, Scott piensa y Greg traduce sus pensamientos en viñetas geniales.