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Cine de culto

‘The battery’ y la ola de películas ‘zombie-friendly’

zombies

Análisis de The Battery.

The Battery es una película para amantes del género. Hace apenas un año, un hombre barbudo procedente de los bajos fondos ‘hipsters’ engendró una película de serie B de zombies. Este ser se hace llamar Jeremy Gardner y es el responsable de la película The battery, un filme ligero y ocurrente perfecto para los días de “peli y manta” de este invierno.

the batteryEl género zombie lleva con nosotros desde los años 30, cuando todavía eran muertos vivientes hechizados por ritos vudú y servidores de la magia negra. Desde entonces hemos sido testigos de varias versiones de esta figura. Los más aclamados por el público son, por desgracia,  los zombies virulentos que corren ágilmente por paisajes postapocalípticos. Por ello, para evitar disgustos innecesarios, Gardner ha decidido omitir la causa de la plaga caníbal, prudente decisión.

The battery forma parte de la nueva ola zombie-friendly que desató la popular Zombie’s party, respaldada por Zombieland, Juan de los muertos, Dead Set… Los protagonistas de todas estas obras consumen drogas o se empeñan en aparentarlo, son divertidos y ridículos y, lo más importante, son naturales. Se comportan de la misma forma cobarde e inútil que haríamos nosotros en un apocalípsis antropófago. No hay héroe patriótico que valga en una invasión zombie.

La propuesta nos introduce a un mundo gobernado por lo que parecen ser muertos vivientes (en ningún momento sabremos la causa de la plaga). Mickey y Ben, dos veinteañeros jugadores de béisbol, se creen los últimos supervivientes de la Tierra, los reyes de un mundo salvaje y desolador. La vida nómada que profesan (siempre en su mugrienta furgoneta) les permite evitar encontronazos con los indeseables. Pronto descubrirán que no son los únicos seres humanos que han conseguido escapar de la muerte…

the batteryHay muchos aspectos de la película que se deberían analizar y tener en cuenta para disfrutar de esta obra al 100%. Gardner construye, tímidamente, fuertes lecciones sobre la amistad, la mezquindad del ser humano y el propio sentido de la vida. El aspecto formal del filme va a ser crucial a la hora de captar todas las emociones que se sienten.

Si comenzamos por observar la fotografía y la calidad de la imagen, advertiremos que la luminosidad es un factor muy importante en la película. El uso excesivo (pero acorde) de la luz se percibe en la sobreexposición y el brillo de los planos. Es curioso que el director haya decidido introducir claridad a un filme de temática zombie, el cual por regla general debería ser oscuro y sombrío. Esto se debe al deseo de Gardner de generar simpatía por parte del espectador hacia los protagonistas, en vez de compasión y temor, así como de idealizar (y parodiar) la relación de amistad entre ambos. Esta claridad también se asocia al sentimiento de libertad que los protagonistas experimentan al saberse los únicos habitantes de la Tierra.

Los escenarios que Gardner ha utilizado para rodar su película son, en su mayoría, naturales. Una decisión muy acertada pues, al contar con poco presupuesto, los decorados artificiales podrían haber restado calidad al filme. Los escenarios que el director enseña son muy diferentes a los que acostumbramos a ver en las películas de zombies. Rechaza el paisaje ‘cyberpunk’ y recurre a bosques y lagos idílicos.

Los personajes de esta obra han sido descritos a conciencia, mostrando dos estereotipos totalmente contrarios. Mickey representa al hombre escéptico con su situación, pesimista e inconformista. Se niega a aceptar que todo ha cambiado para él. Tiene muchos más miedos que su compañero y, sin embargo, sabe mostrar su valentía en los momentos clave. Ben (interpretado por el propio director) representa al hombre optimista, capaz de ver el vaso medio lleno incluso en las situaciones extremas. Se ha adaptado con sorprendente facilidad al nuevo mundo, el cual le permite saciar su preocupante instinto asesino machacando zombies. A pesar de simular al inmaduro e idiota de los dos, adopta decisiones  inteligentes y complicadas a lo largo de la película. Ambos han sabido mantener el sentido común y sostener la ética por encima de todo, a pesar de encontrarse en una situación extrema, una virtud que no podremos asociar a todos los personajes del metraje… Resulta conmovedora la relación entre ellos, aunque los dos rechacen demostrarlo.

Esta obra naif es totalmente recomendable por el buen rollo y los divertidos momentos que Ben protagoniza (sobre todo ebrio). Sin embargo, creo que el director podría haber sacado mucho más provecho de su idea. Ha cometido un fallo al no desarrollar más las subtramas de la obra, de lo contrario, habría sido autor de una película perfecta.

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