La muerte de Conan el bárbaro parece cercana, pero aún queda una vida que repasar, porque el cómo se convirtió en rey es una larga historia, de guerra y sangre
Nueva entrega doble de la serie bimensual de Conan, Jason Aaron y Mahmud Asrar no dejan que el nivel baje, cada número es un relato de como el joven se convirtió en leyenda, de cómo el bárbaro se transformó en líder, de cómo el reticente hombre aprendió a amar, y a perderlo todo, muchas veces, pero de cada derrota se levantó, y piso los tronos del mundo con sus sucias sandalias.
Mientras en el final de su vida Conan sufre a manos de dos niños que llevan toda su vida persiguiendo su estela, en el principio, el cimmerio aprende lo que es el liderazgo, la fidelidad, y la desconfianza. El bárbaro sobrevive a varias batallas, y poco a poco se forma un grupo de hombres que solo confían en él, porque no ve la guerra como un arte, como un libro, si no como una oportunidad de triunfar o morir. Pero lo que no espera Conan es que su éxito atraiga la envidia de oficiales y soldados, el diablo de piel morena no sobrevive por su habilidad, dicen, es un monstruo, un traidor a los suyos a los que abandona a su suerte, dicen. Pero los que lo conocen saben que Conan solo sabe luchar, sobrevivir, y si le acompañas estarás más seguro que tras una armadura de metal.
Jason Aaron explora al líder en la primera historia de este ejemplar, la razón por la que los hombres confían en el enorme bárbaro que nunca ha leído sobre la guerra, que no sabe de estrategia, que solo conoce el acero y la carne. Un aspecto del cimmerio que se explota mucho en sus relatos y en sus mejores épocas, sabe ganarse la lealtad d ellos suyos, no sacrifica a sus hombres, y siempre, le importa sobrevivir al combate para poder vivir otro día, lo que le hace el general de los soldados, y no de los reyes. NO deja de ser interesante que el guionista haya elegido una etapa en Turán en la que ya se había visto al bárbaro, además de ser una región en la que nuestro guerrero favorito acabo dejando un mal recuerdo en su rey Yedzigerd, demostrando que Aaron ha estudiado la historia de Conan y su versión en viñetas, sobre todo la que lo hizo grande, con Roy Thomas al guion.
La segunda historia es muy diferente, tanto en el tono como en el planteamiento. Es una aventura, sin duda alguna, pero teñida de melancolía, de sentimientos, donde Conan no parece el mismo. Siempre ha sido callado, pero no retraído, no abandonado como lo vemos aquí. Vemos como las mujeres que elige para ayudar en su plan descubren poco a poco lo que esconde esa coraza impuesta, lo descubren al lector, pero ellas se marchan sin el nombre del pesar, la razón de la venganza: Belit. Pero es otro nombre el que asoma a los labios del cimmerio antes de despertar al dolor de su presente, Zenobia, su esposa. Otra vez Aaron vuelve a demostrar sus conocimientos sobre la Edad Hyboria y de la historia de Conan, esta vez para mostrarnos a un bárbaro diferente, siguiendo su código de honor, pero esta vez, con una melancolía ocas veces vista en el cimmerio.
Si las palabras demuestran el cariño de Jason Aaron por el personaje, los lápices de Mahmud Asrar no se quedan atrás. Su estilo, más superheroíco, ha mutado poco a poco a un estilo más oscuro, definido, y sobre todo con un contraste marcado, y una capacidad para la acción que mejora número a número, espectacular, pero real, la de un hombre poderosos, pero no sobrehumano. Su composición de página y narrativa mejora, dejando poco a poco que el dibujo muestre mucho de la trama sin necesitar palabras, es un contador efectivo, y poco a poco sus gestos añaden más a las historias que Aaron le entrega para interpretar y plasmar en el papel.
Conan el bárbaro sigue siendo la mejor serie del cimmerio en la actualidad, con una trama elegida para poder repasar vida y obra del guerrero sin tener que limitarse a una línea continua. Algo que es muy típico de los relatos originales, donde no se establecía la necesidad de establecer precedentes, Conan es quien es y resuelve los problemas como sabe hacerlo, con inteligencia y fuerza.