Netflix ha estrenado After Life, la serie dirigida y protagonizada por Ricky Gervais.
En After Life de Netflix Ricky Gervais interpreta a Tony, que llevaba una vida perfecta. Pero tras el repentino fallecimiento de su esposa, en vez de suicidarse decide llevar al límite lo que se puede o no hacer y empieza a hacer y decir todo lo que le da la gana. Algo que será complicado cuando todo el mundo decide intentar salvar a la buena persona que conocían.
Todos los capítulos presentan la misma estructura; así como los mismos escenarios y personajes, variando mínimamente. Generando con ello una perspectiva más clara de la evolución de Tony, el cual tiene muchos rasgos del propio Gervais, como el hecho de ser ateo o un gran defensor de los animales. Además de tener el mismo tipo de humor.
El humor por bandera, que compensa las escenas más dramáticas y que aporta algo más que unos simples chistes o gags a la trama; sino que forman parte de la forma de ser de Tony. Además de momentos absolutamente geniales. Gervais hace gala de sus tópicos del humor como la obesidad, el ateísmo, las relaciones sociales y demás. Cabe destacar el momento en el que se hace referencia a que el humor negro no está hecho para ofender; que no hay que tomárselo como algo personal. Algo que el propio Gervais ha dicho más de una vez y que en After Life ha querido volver a repetir.
Conclusión
La serie es valiente al tratar temas espinosos como pueden llegar a ser el suicidio, la soledad o el Alzheimer de una manera muy correcta sin llegar a ser ofensivo o exagerado. El guion está muy bien diseñado, así como los personajes y las motivaciones de cada uno. El final de la serie, que comprende de 6 capítulos de unos 22 minutos, es lo que nos podemos esperar nada más empezar la serie, pero aún así ha logrado emocionarme y sacarme alguna lágrima.
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