La película Onward, de Pixar, se estrenó el viernes, dirigida por Dan Scanlon.
Ambientado en un mundo de fantasía suburbana, Onward está protagonizada por dos hermanos elfos adolescentes, Ian y Barley Lightfood, que se embarcan en una aventura en la que se proponen descubrir si existe aún algo de magia en el mundo que les permita pasar un último día con su padre, que falleció cuando ellos eran aún muy pequeños como para poder recordarlo.
Onward es la nueva película de Pixar y todos sabemos que a Pixar se le puede pedir mucho más. Sobre todo en cuestión de imagen es brillante, como todas. Pero en cuestión de guion pues flojea. Es un cúmulo de clichés bien llevados, aunque no aportan nada. Se deja ver y se disfruta, pero no tiene nada de novedoso, ni siquiera el tema de la magia. El humor a veces es brillante y otras veces infantil y cansino, pero siendo una película infantil es normal. En sí, el guion no es malo, pero acaba siendo monótono y sin novedades.
Queda un escalón (o dos) por debajo de las grandes películas de la compañía, pero se disfruta mucho y pese a lo rutinario del guion, el espectador no llega a aburrirse en ningún momento. En muchos aspectos, como la animación, es perfecta, pero en lo más importante, que es saber llevar la trama, falla. Le falta un poquito de entrega y pasión.
La película reúne muchas de las temáticas ya vistan en más de la veintena de películas de Pixar, centrándose esta vez en un joven adolescente con problemas para desenvolverse socialmente (algo de lo que puede sacarse una moraleja), que vive con la ausencia de la figura paterna y que debe descubrir en su hermano mayor al gran cómplice de su vida. Me recuerda un poco a Frozen.
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