En Padre no hay más que uno 2. El éxito del asistente virtual “Conchy” desarrollado por Javier, le ha servido para convertirse en el líder del chat de madres y la convivencia marcha sobre ruedas. Parece tenerlo todo bajo control. Pero la inesperada noticia de la llegada del nuevo bebé y de la suegra, cambiarán rotundamente el destino de la familia.
Santiago Segura que ya rompió todos los pronósticos con la primera entrega superando los 14 millones de euros, retoma la peculiar historia en menos de un año. Parecía imposible pero el director ha conseguido en tiempo record lanzar su nuevo film en verano y, a pesar de que le hayan retrasado su estreno, ha luchado por mantenerlo. El ritmo frenético que ha llevado la producción se ha trasladado a la pantalla con secuencias veloces y con una clara necesidad de reposo y de unión.
Como ya es costumbre, Segura se mete tanto en la dirección como en la interpretación de Javier; un inconfundible cabeza de familia con demasiados toques casposos. En esta segunda parte, la actriz Toni Acosta cobra el merecido protagonismo que no tuvo en la anterior con un personaje fundamental; por contra Martina D’Antiochia, la mayor de las hermanas hace una interpretación ruda y perfectamente prescindible. Asimismo Luna Fulgencio con su corta edad, nos regala la mejor actuación con el personaje más divertido y vuelve a conquistar a los espectadores al igual que en sus anteriores trabajos.
Mediocre reparto y nefasto guion
Aunque la interpretación sea medianamente aceptable, el guion de Padre no hay más que uno 2 se cae a pedazos. No hay nexo de unión entre las partes de la película donde parece que estén pegando chistes para buscar la risa rápida y ligera. Debido a este encadenamiento de bromas, el film pierde el ritmo que debería poseer ya que éste no es cambiante en ninguna de las partes siendo absolutamente homogéneo. Además, la línea argumental es débil pero mínimamente aceptable como para funcionar.
La gran pantalla se llena todos las épocas veraniegas de cine familiar dirigido al público más infantil y esta vez no iba a ser diferente. Padre no hay más que uno 2: la llegada de la suegra es un film anodino que no dejará huella en el espectador. Pero que seguramente saque una mísera carcajada en el público más adulto. No es una gran película y está muy lejos de serla. Al menos, mantiene ese espíritu de apego que logra transmitir con parte de sus protagonistas.