La artista española Ana Oncina se adentra en la ciencia ficción con una obra intimista que narra el enfrentamiento entre lo perfecto y lo deseado en un mundo distópico de realidades virtuales. Serializada en la revista Planeta Manga, la nueva obra de Oncina evoca el Solaris de Stanislaw Lem y Un mundo feliz de Aldous Huxley, con un toque de la paranoia y el sentido de la realidad de Philip K. Dick. Planeta es un slice of life dramático que reflexiona sobre el amor, la soledad y las relaciones.
Sinopsis y Temática
En pocas palabras, Planeta es la historia de una persona que tiene todo y descubre que ese todo no ha sido una elección, sino algo que le ha sido impuesto. Sin embargo, las mismas fantasías virtuales que la sociedad usa para mantener a las personas controladas le permiten hacer una elección, y descubre que lo importante no es tener una vida perfecta, sino vivirla plenamente.
Mundo Perfecto y Fantasía Onírica
Oncina presenta en Planeta un mundo perfecto en el que nadie duda de su lugar ni busca cambiarlo, contrarrestado con una fantasía onírica creada por herramientas controladoras, donde la protagonista se esconde porque ahí es feliz. Toda esta reflexión sobre elecciones y felicidad también sirve como una crítica al comportamiento social aceptable e impuesto. Sin embargo, es esa misma irrealidad criticada la que ofrece una oportunidad a la protagonista, aunque no sea real; perderse en un sueño es no aceptar la realidad.
Reflexión del Lector
El lector debe vislumbrar, desde su perspectiva privilegiada, todos los ángulos de una historia donde el personaje central es egoísta, aunque con razones válidas, porque no encaja en el mundo. La sociedad, diseñada para sobrevivir, pisa la baldosa que sobresale hasta colocarla bien o la sustituye. Este mundo, pensado para la supervivencia, es necesario porque la humanidad está en un punto crítico. Quizás la adaptación es preferible a la individualidad, o tal vez todo es una fantasía creada para el control.
Estructura y Desarrollo
Hay mucho que extraer de una obra que es simple en su desarrollo. Una línea temporal real y una virtual se alternan para que el espectador compare y comprenda. Sin embargo, no significa que la protagonista tenga razón, ni la sociedad tampoco. Planeta tiene un final que puede ser desolador o feliz. Todo en esta historia depende del lector.
Dificultades y Logros
Crear la estructura para que esta historia funcione no es fácil. Mantener el punto de vista del protagonista a distancia del lector puede hacer que estas obras parezcan endebles, pero Ana Oncina logra lo que pocos consiguen: que leamos con interés el ascenso al paraíso de un ser humano que rechaza el control, o la debacle de la sociedad ejemplificada en una pareja con problemas debido a la adicción a la realidad virtual de una de ellas.
Contraposición de Futuro y Pasado
La contraposición del futuro, una distopía desoladora encubierta como utopía, y el pasado, rural y alejado de la tecnología, acentúa el sentido de soledad y pérdida de propósito en la vida. Es un cómic potente, muy potente. Todo esto se realza con el arte de Oncina. Su dibujo es de trazo limpio y delicado, detallado en el pasado y minimalista y frío en el futuro. Cada escenario tiene un color que define la sensación y el tono. Es un manga europeo muy interesante, que mezcla las composiciones clásicas de página del manga (con la regla de la T) con las tradicionales occidentales, y encajan como un mecanismo de relojería, algo muy complejo que funciona gracias a la existencia de dos mundos con dos tramas, aunque la historia sea solo una.
Conclusión
Un trabajo notable que parece sencillo, pero no lo es. Es una obra muy madura que demuestra que Ana Oncina puede ser nuestra Tillie Walden nacional.
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