Cuando escuché por primera vez sobre Secret Level, una antología animada basada en videojuegos, me emocioné. La idea de Tim Miller, el genio detrás de Deadpool y Love, Death & Robots, sonaba prometedora: quince episodios animados que adaptan juegos icónicos y algunos más oscuros, desde Dungeons & Dragons hasta Mega Man. Sin embargo, tras verlos todos, la serie deja una sensación mixta. Aunque tiene momentos de brillantez, se ve arrastrada por una falta de diversidad narrativa y visual, y una aparente obsesión con lo genérico.
Un comienzo prometedor
La premisa inicial es atractiva. Los primeros episodios muestran una variedad interesante: el capítulo de Dungeons & Dragons brilla con su diversidad de razas fantásticas, algo que pocas adaptaciones logran. Incluso el episodio de Warhammer 40,000 destaca con su brutalidad grimdark, donde los Space Marines se abren paso a través de un mar de sangre fluorescente, cargando un ataúd que simboliza la guerra eterna.
Estos episodios iniciales muestran el potencial de Secret Level: mundos ricos en lore, adaptados con un alto nivel de animación y atención al detalle. Pero pronto, la repetición se convierte en el enemigo más grande de la serie.
El gran problema: la monotonía
A medida que avanzas en la serie, comienza a sentirse como si estuvieras viendo un loop interminable de cinemáticas de videojuegos. Prácticamente todos los episodios se centran en la acción: disparos, espadas, sangre. No importa si estamos en el mundo futurista de Unreal Tournament o en el escenario contemporáneo de Crossfire, el patrón se repite. Y lo peor es que muchos episodios incluyen montajes de muerte, como si fueran tutoriales extendidos sobre cómo «morir y reaparecer» en un videojuego.
El episodio de Sifu, aunque con un estilo más caricaturesco, cae en esta trampa. En lugar de explorar las emociones que hacen especial a este juego de artes marciales, se limita a mostrar un espectáculo de combate que, aunque visualmente llamativo, no aporta mucho en términos narrativos.
Algunos destellos de originalidad
No todo es malo. Hay episodios que logran destacar y ofrecen algo más que pura acción. El capítulo basado en Outer Worlds es un ejemplo. Aquí, la serie toma un enfoque más cómico y humano, contando la historia de un chatarrero que se convierte en sujeto de pruebas para conquistar a su jefa. Aunque incluye un inevitable montaje de muerte, logra transmitir una conexión emocional gracias a su protagonista imperfecto y su narrativa más ligera.
Otro episodio que sorprende, aunque no necesariamente de manera positiva, es el de Pac-Man. En lugar de la diversión y nostalgia que uno esperaría, nos encontramos con un relato oscuro y violento, lleno de gore innecesario. Aunque esta reinterpretación podría haber sido interesante, termina siendo una de las experiencias más extrañas y desconectadas de toda la serie.
¿Un homenaje o una herramienta de marketing?
Aquí es donde Secret Level tropieza más. Algunos episodios se sienten como comerciales encubiertos. El capítulo de Exodus, un juego aún por lanzar, parece más una promoción que una historia. Y el episodio basado en Concord, un título que ya no está disponible, genera más confusión que interés.
Aunque algunas adaptaciones intentan ser fieles a su material de origen, otras fallan estrepitosamente. Por ejemplo, el episodio de Spelunky intenta crear un metarrelato sobre las mecánicas roguelike, pero no logra capturar el espíritu del juego ni ofrecer una historia que enganche.
La animación: impresionante, pero poco variada
En términos técnicos, la animación es de alta calidad. Los episodios están llenos de detalles y muestran un amor evidente por los videojuegos. Sin embargo, la serie opta por un estilo predominantemente fotorrealista que, aunque impresionante, resulta monótono cuando se ve en maratón.
Excepciones como el episodio de Sifu o algunos momentos más estilizados en Mega Man ofrecen un respiro visual, pero no son suficientes para contrarrestar el peso del resto. Comparada con antologías como Love, Death & Robots o Star Wars: Visions, que exploran múltiples estilos artísticos, Secret Level se siente limitada en su enfoque visual.
¿Para quién es esta serie?
Esa es la pregunta del millón. Si no eres fanático de los videojuegos, la serie probablemente te parecerá confusa y aburrida. Y si lo eres, es posible que termines preguntándote por qué no estás jugando en lugar de viendo esto. Secret Level parece estar atrapada en un limbo: no logra atraer a nuevos fans ni satisfacer por completo a los veteranos.
Secret Level no es un desastre total, pero tampoco es la obra maestra que prometía ser. Algunos episodios destacan con historias memorables y animación espectacular, pero la mayoría se ven atrapados en patrones repetitivos y decisiones creativas seguras. La falta de variedad narrativa y estilística convierte lo que podría haber sido una celebración del arte de los videojuegos en una experiencia monótona.
Si eres un fan de las antologías animadas, quizás encuentres algo que disfrutar aquí, pero no esperes la misma innovación que en Love, Death & Robots. Y si buscas una buena adaptación de videojuegos, títulos como Arcane o Castlevania siguen siendo la mejor apuesta. Al final, Secret Level es un intento interesante que no alcanza sus aspiraciones.
¡Ahora es tu turno! ¿Qué opinas de Secret Level? ¿Cuál de los episodios te llama más la atención o qué videojuegos te gustaría ver adaptados en una futura temporada? Déjanos tus comentarios y únete a la conversación.
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