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Crítica de ‘Atomic Blonde’: La bomba atómica de Charlize Theron

crítica de atomic blonde (2017)

Ayer vimos ‘Atomic Blonde’, película dirigida por David Leitch y protagonizada por Charlize Theron. ¡Esta es nuestra crítica SIN SPOILERS!

Charlize Theron lo ha vuelto a hacer con ‘Atomic Blonde‘. Si en ‘Mad Max: Fury Road‘ nos brindó la oportunidad de encontrarnos con un personaje femenino superviviente y completamente transgresor por el mundo distópico y post-apocalíptico, ahora la actriz sudafricana ha construido un personaje arquetípico del cine y la literatura en un mundo moderno. Una de esas femme fatales del séptimo arte clásico que dejaban el carmín marcado en el cigarrillo y a los hombres suspirando. Y que conocían tan bien las reglas del juego que acababan moviendo los hilos de la historia. ‘Atomic Blonde‘ es una oda a esos personajes. Y Charlize Theron, la femme fatale moderna que nos merecíamos.

David Leitch se reafirma con ‘Atomic Blonde’ como uno de los directores más interesantes del momento. El cineasta, evocando rasgos del cine de Matthew Vaughn, demuestra con esta película que está más cómodo en la acción que en cualquier otro género. De este modo, se diluye como narrador en una trama de espionaje.

Ella, y sólo ella, podía ponerse al servicio un director como David Leitch y salir tan bien parada. El cineasta responsable de ‘John Wick‘ y encargado de ‘Deadpool 2‘ escogió la novela gráfica de Anthony Johnston y Sam Hart, The Coldest City, como la nueva historia que quería contar en la gran pantalla para seguir explorando su particular forma de hacer cine. Con ‘Atomic Blonde‘, David Leitch se ha reafirmado como un director de acción más que interesante. Coreógrafo empedernido, Leitch se diluye como narrador en una trama de espionaje. Y demuestra con escenas al estilo ‘Daredevil‘ de Netflix, largos planos secuencias coreografiados, que está más cómodo en la acción que en ningún otro género. Es su especialidad. Y lo sabe.

A ratos, David Leitch puede recordar a Matthew Vaughn. O más bien ‘Atomic Blonde‘. La estética y el estilo comiquero de Vaughn se extrapolan aquí al servicio de una película más cercana al noveno que al séptimo arte. Todo lo que Leitch pone en la película bien podría haber estado en un cómic. Sin embargo, mientras Matthew Vaughn sostiene sus tramas de forma impecable este cineasta tiene tanto aplomo en la acción que pierde de vista, inconscientemente, el resto de elementos. Está empezando, como quien dice. Así que mantengamos a David Leitch bajo la lupa para seguir observando sus pasos. Cuanto menos, es un director muy interesante.

El guion de Kurt Johnstad (‘300) es un juego de detectives al estilo ‘True Detective’, compuesto por los cristales de la memoria de la protagonista y que avanza desde el intimismo resolutivo a la expansión final.

Para esta ocasión, en lugar a Derek Kolstad, ha hecho equipo con Kurt Johnstad en el guion. Este guionista venía con experiencia en materia de adaptaciones de novelas gráficas, pues fue el guionista de ‘300‘ y ‘300: El origen de un imperio‘ junto a Zack Snyder y Frank Miller. Pero, ¿qué ha intentado proponer en esta ocasión? ‘Atomic Blonde‘ cuenta con una estructura narrativa muy interesante para el género en el que se ubica. Normalmente, los guiones de películas de acción suelen ser más funcionalistas. Tienden a subestimar al espectador o, directamente, a infravalorar a este género en materia narrativa. Así nos encontramos cientos de películas de acción que repiten la misma fórmula una y otra vez. El A-B-C manido de todos los tiempos con rasgos formales muy poco definidos.

Pero Kurt Johnstad, con ‘Atomic Blonde‘, ha querido jugar a los detectives. O más bien a ‘True Detective‘. Con ese punto de partida de la protagonista siendo interrogada, la historia se va componiendo a través de los recuerdos de Lorraine Broughton (Charlize Theron). Pero va incluso más allá. ¿Qué estamos viendo realmente? Nosotros sólo vamos a ver y conocer la historia por lo que ella cuente. Si ella está guardando un secreto, nosotros no lo conoceremos. Es como si estuviéramos en esa sala de interrogatorio escuchando la historia. Como si fuéramos John Goodman o Toby Jones. Un intimismo resolutivo que se expande al final de la cinta con ese giro de guion soberbio y trabajado. Aunque al mismo tiempo esperado, porque el puzzle no cuadraba.

‘Atomic Blonde’ se sostiene con un reparto extraordinaria en el que Charlize Theron arrasa con todo. La cámara busca constantemente a la actriz y ella se siente tan cómoda con un rol tan peligroso, destructivo, sórdida y frío como la mismísima Berlín. Una ciudad que acaba siendo un personaje más gracias a la adecuación de la fotografía, la música y los diseños de producción.

Pero, sin lugar a dudas, lo que sostiene ‘Atomic Blonde‘ es el reparto. Un reparto extraordinario encabezado por Charlize Theron y James McAvoy (‘Múltiple’). Ambos personajes son unos hijos de la grandísima. Y ellos saben que son unos hijos de la grandísima. Pero son profesionales. En ese juego de tablero en el que han convertido Berlín las agencias de espionaje, ellos sólo son tan buenos como el mundo les permite ser. Aunque McAvoy intente, con su carácter interpretativo tan marcado, ser el protagonista no invitado de la película, Charlize Theron arrasa con todo en la pantalla.

La cámara busca los ojos, las manos, los labios de la actriz sudafricana constantemente. Es ella, y sólo ella, con ese pulso constante con la muerte y el entorno, la que brilla por encima del resto y la reafirma como la badass definitiva de Hollywood. Probablemente, una de las mayores joyas que nos ha dado el cine moderno en los últimos años. Y es extraordinariamente plausible constatar lo cómoda que está Charlize Theron con este personaje. Un rol peligroso, destructivo, sórdido y tan frío como la mismísima Berlín.

Precisamente, la fotografía y la selección musical -así como los diseños de producción– han sido tan bien pulidos y trabajados que Berlín acaba siendo un personaje más. Casi una extrapolación de Lorraine. A pesar de que, en ocasiones, la original soundtrack da la sensación de estar implementada a la fuerza, la potencia audiovisual de imagen, música, entorno y reparto es soberbia. El hilo conductor de una cinta que choca con dos graves problemas cinematográficos: el ritmo y la tensión.

El ritmo y el montaje de ‘Atomic Blonde’ no logran exprimir la tensión de una película que podría haber estado cerca de ‘Argo’ en términos de riesgo y acaba siendo una cinta más para el espectador medio, una propuesta interesante para los cinéfilos y la re-confirmación de que Charlize Theron es una bomba atómica cinematográfica.

El ritmo y el montaje de ‘Atomic Blonde‘ son un tanto inusuales. No digo malos, pero quizá sí erróneos. A la película le falta chicha. Le falta tensión en los momentos trascendentales y se queda a medias. Nos han pintado un entorno hostil y peligroso. Una Berlín cuyo muro está a punto de caer y es una bomba atómica a punto de explotar. Pero, ¿por qué no soy capaz de sentirme en peligro? ¿Por qué me da la sensación de que lo menos importante es lo que va a pasar?

Esta Berlín no dista mucho de ser la Teherán de ‘Argo‘. Con sus diferencias sociopolíticas, evidentemente. Hablamos del peligro inherente al entorno para los personajes. Pero mientras Ben Affleck pone toda la carne en el asador para que te mueras de la tensión, David Leitch no consigue en el montaje sostener un film que podría haber sido mucho más de lo que es. Al final, este ejercicio de entretenimiento con tintes autorales y estilo comiquero acaba siendo una película más para el espectador media, una interesante propuesta para el cinéfilo y una barbaridad para los amantes de Charlize Theron. La sudafricana no es que sea la rubia atómica de ‘Atomic Blonde‘. Simplemente, es la bomba atómica del cine contemporáneo.

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