Howard Shore compone la magnífica partitura de ‘El Hobbit: un viaje inesperado’
Antes de su éxito como compositor en la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’, Howard Shore ya era un autor reconocido en la industria, aunque carecía de popularidad entre el gran público. Había escrito intensas partituras para ‘El Silencio de los Corderos’, ‘Seven’ o ‘Philadelphia’, obras clave en la década de los noventa que se beneficiaron de su inteligente forma de entender la música. Era inevitable que llegase su gran oportunidad, aunque pocos podrían vaticinar que vendría de manos de la mayor producción de la historia del cine. El resto es historia, Shore fue capaz de retratar a la perfección el universo de J. R. R Tolkien, llevándose consigo tres premios Óscar: dos por la mejor banda sonora original, y otro por componer el excelente tema ‘Into the West’, que cantaría la carismática Annie Lennox, ex vocalista de Eurythmics. Por lo tanto no debe extrañarnos que el regreso a la tierra media propuesto por ‘El Hobbit’ reclame su presencia a la hora de procurar una coherencia compositiva respecto al trabajo anteriormente realizado.
La cuestión es, ¿nos encontramos ante una banda sonora de altura?: la respuesta es un no rotundo, ya que en todo momento nos invade una extraña sensación de ‘déjà vu’. Y es que Howard Shore titubea en una peligrosa línea entre la evocación y la innovación, empleando para ello motivos melódicos procedentes de la primera trilogía, como ya lo hiciera el maestro John Williams en las precuelas de ‘La Guerra de las Galaxias’. Sin embargo el autor canadiense resulta menos valiente y acaba por elaborar un trabajo que solo emociona en un par de ocasiones, pese a su evidente espectacularidad. Algunos cortes se atreven a desarrollar interesantes estructuras compositivas, sobre todo aquellas relacionadas con los nuevos personajes, como Thorin, Smaug o Bilbo. Esto no impide que pasen discretamente ante nuestros oídos, esperando a ser perfeccionadas en las próximas dos películas.
‘Un viaje Inesperado’ despierta un sentimiento de melancolía que recorre la partitura de principio a fin.
Mientras tanto no dejan de sucederse armonías de aplastante emotividad, muy alejadas del tono infantil y preadolescente del libro original. Estos hechos también resultan chocantes, ya que podría esperarse una música mucho más distendida tratándose de la adaptación que nos atañe. No obstante da gusto volver a disfrutar de los códigos que Howard Shore maneja con pericia, caracterizados en todo momento por coros angelicales y etéreos; estruendos orquestales y vocales; flautas combinadas con violines; arreglos impactantes y efectistas; etc.
El pasaje principal es ‘Misty Mountains’, una melodía que expresa la emoción de la aventura y se utiliza como nexo de unión a lo largo del filme, recurso que ya fue empleado en ‘La Comunidad del Anillo’ con el corte titulado ‘The ring goes south’, que explota la épica a través de magníficos paisajes mientras los personajes caminan rumbo a Mordor. Es la mejor composición del ‘soundtrack’, ya que logra plasmar con envidiable acierto la grandiosidad del pueblo de los enanos y el heroísmo que rodea la empresa de la compañía de Thorin. La versión cantada por los protagonistas supone una mejoría respecto a momentos similares vividos en la trilogía precedente. Como pudimos observar en ‘El Señor de los Anillos’, el último ‘track’ hace las veces de ‘single’ promocional, en este caso interpretado por el cantante neozelandés Neil Finn:
‘Radagast the Brown’
Otra pieza interesante es ‘Radagast the Brown’, que trata de perfilar con acierto la personalidad de uno de los cinco magos de la orden de los Istari. A decir: Gandalf el gris; Saruman el blanco; los magos azules Alatar y Pallando; y finalmente el hechicero mencionado. Para ello emplea todo tipo de instrumentos de percusión y violines estridentes que logran plasmar la excentricidad de este huraño habitante del bosque.
A la hora de recrear la tensión de la batalla Shore continúa siendo el mejor, pese a la comentada falta de originalidad. ‘Warg-scouts’ y ‘Out of the Frying-Pan’ contagian la amenazante presencia de los wargos a través de excesos corales y orquestas envolventes. Esto es especialmente llamativo en ‘Brass Butons’, una pista de unos siete minutos de duración que recuerda en exceso a los sonidos opresivos que percibimos en Moria hace doce años. De nuevo vuelve a integrar con acierto el sonido de los cuernos, trompetas, trombones, tubas, violines, violas y cellos.
Cuando Bilbo se encuentra con Gollum regresa a nuestros oídos el tema del anillo único para estremecernos durante varios segundos. El compositor canadiense consigue pincelar en ‘Riddles in the Dark’ la malévola influencia del daño de Durin sobre Smeagol, con mayor acierto si cabe que en ‘Las Dos Torres’ y ‘El Retorno del Rey’. En este caso la alusión logra una escueta mejoría respecto a la obra original.
En conclusión se trata de una banda sonora que nos devuelve con placer a la Tierra Media sin demasiadas sorpresas, regalándonos instantes memorables y otros de escasa relevancia artística. En su empeño por conectar con la saga anterior no logra despuntar una personalidad propia. Por lo tanto debe ser analizada como una partitura de transición, que aguarda cómodamente el desenlace de futuros acontecimientos.