El próximo 31 de agosto se estrena en los cines españoles ‘Abraham Lincoln Cazador de vampiros’, de la que estoy convencido que si Abraham Lincoln pudiera contemplarla, se echaría a reír por no llorar. El director de este experimento es Timur Bekmambetov, el mismo que sorprendió con la película rusa Guardianes de la noche (2004) y torturó deliberadamente con la horrorosa Wanted (se busca) en 2008. Ahora, se atreve a jugar con la figura de uno de los presidentes más queridos de la historia de Estados Unidos, convirtiéndolo en un cazavampiros sediento de venganza.
La película empieza con él de niño, contando cómo forjó amistad con un niño negro no esclavo y cómo un esclavista decide saldar la deuda que la familia Lincoln tiene con él matando a su madre. Abraham lo contempla todo, presenciado cómo la muerde el vampiro y poco después fallece. Años más tarde, cuando decide ejecutar su venganza, es salvado por un misterioso hombre, el cual le enseñará a enfrentarse y sobrevivir ante los vampiros.
La película es tan rocambolesca, innecesaria y absurda que llegas a pensar que en realidad se lo están tomando en broma, que en la última escena aparecerá el director y nos dirá que nos ha tomado el pelo a todos, que ahora empieza la película real. Pero no es así, por lo que acabas contemplando cómo un Lincoln cuarentón se dedica a brincar encima de un tren en marcha mientras mata a vampiros a hachazos…
Pero ése no es el único exceso, puesto que somos testigos de algunas escenas, cuando menos, bastante surrealistas e incomprensibles; como es el hecho de que nuestro cazador posee un hacha con el filo cubierto de plata… ¡La cual se transforma en una escopeta cuando quiere! (He intentado ver dónde estaba el gatillo, pero no lo he conseguido…). Es imprescindible también comentar lo absurda que es la escena donde Abraham persigue a un vampiro saltando de un lomo de un caballo a otro durante una estampida de caballos salvajes… ¡Mientras el vampiro le lanza caballos para detenerle! (Juro que no me lo he inventado…).
En cuanto a la dirección, Timur se excede con bastantes barrabasadas, algunas secuencias adrenalíticas y demasiada reescritura de la historia real como para que encaje con la existencia de vampiros y la caza de éstos.
Eso sí, el tema de los vampiros ya empieza a ser mosqueante y cansino, puesto que ya en cada historia tienen poderes, aspectos y debilidades diferentes… Ahora está de moda que la luz del sol no les mate (aquí sólo deben llevar gafas de sol), se les deforma la cara hasta parecerse a El Fary chupando limones y pueden hacerse invisibles (pero tampoco les acaba resultando muy útil ante el hacha del “presi”).
En cuanto a las actuaciones, dentro de lo que cabe, son bastante correctas, no sobresaliendo ninguno, ni para bien ni para mal. Eso sí, se nota en exceso la nariz falsa del actor para parecerse a Lincoln (que vistos lo que han acabado haciendo con su figura, tampoco era necesario que se pareciera…)
En resumen, si queremos contemplar una buena película de Lincoln, habrá que esperar a la que está realizando Steven Spielberg y Daniel Day Lewis. Puesto que aquí da lo mismo ser o no fiel a su figura, contemplando una vuelta más de tuerca respecto a los vampiros, usando de excusa a Lincoln y su lucha por los derechos de los esclavos.
Lo peor: Durante la película es tomada demasiado en serio como para ser tomada en broma (intentan encajar al milímetro la existencia y caza de vampiros, desbordándose la jugada por todos los lados). Posee demasiadas escenas absurdas como para aceptar el desconectar e intentar disfrutarla, donde acaba resultando un falso biopic con vampiros y nada útil que aportar.
Lo mejor: Una vez desconectas, posee algún que otro momento entretenido y alguna muerte lo suficientemente escatológica y sangrienta como para arrancarte una sonrisa o mueca de la cara.
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