Chicos buenos se ha estrenado en la cartelera española, dirigida por Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky. Protagonizada por Jacob Tremblay, Keith L. Williams y Brady Noon.
Después de ser invitados a su primera “fiesta del beso“, tres buenos amigos destrozan un dron que tenían prohibido tocar. Para reemplazarlo, se ausentan de clase y toman una serie de decisiones erróneas, involucrándose en un caso relacionado con droga, policía y, sobre todo, con muchas lágrimas.
Chicos buenos es la vuelta a la esencia de la comedia americana que juega con la percepción de los personajes, es decir, de lo que ellos creen que sucede a lo que realmente pasa hay un trecho. La película se basa en meter a niños en situaciones para adultos, lo que resulta cómico casi todas las veces. La mayoría de los gags funcionan y están muy bien llevados. Aunque muchos de ellos se repiten hasta la saciedad quedando bastante cansinos, pero la primera media hora funcionan que da gusto.
Chicos buenos podría ser una American Pie llevada al presente, básicamente la premisa de la película no tiene más, unos niños descubriendo la vida adulta, el sexo, la pubertad… También resulta cómico que una película protagonizada por chicos de 12 años no vaya a ir dirigida a esa edad, como es lógico los temas de esta película no son para esas edades.
Chicos bueno deja mensaje, en cada escena, entre chiste guarro y chiste guarro queda una brizna de mensaje que, al final, se nos convierte en una reflexión sobre la madurez que realmente está muy lograda. La fiesta de las salchichas, de los mismos creadores, dicta mucho de Chicos buenos y ese es el cambio que necesitaba el cine gamberro, que al final después de todo, te dejase un mensaje. Y Chicos buenos lo logra.
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