El viernes 3 de marzo se estrena en las carteleras españolas la película Creed III, spin-off de la saga de Rocky Balboa, que cuenta con Michael B. Jordan (Black Panther) como actor principal y con la notable ausencia de Sylvester Stallone (Guardianes de la Galaxia Vol. 2), que por primera vez no aparece en la franquicia, no apareciendo ni en un rol secundario, donde solo se le menciona fugaz e indirectamente. La cinta supone el debut como director de Michael B. Jordan, que plasma en la pantalla grande un guion de Zach Baylin y Keenan Coogler, que también debutan en la saga firmado el libreto.
Junto a Michael B. Jordan, también destacan en el reparto Tessa Thompson (Thor: Love and Thunder), Jonathan Majors (Ant-Man: Quantumania), Phylicia Rashad (Jean-Claude Van Johnson), Florian Munteanu (Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos) y la debutante Mila Davis-Kent (solo vista en un capítulo de The Resident), entre otros.
Acerca de la historia
La historia vuelve a centrarse en Adonis Johnson. El hijo del campeón del mundo de los pesos pesados Apollo Creed, ya se encuentra retirado del cuadrilátero pero apadrina al nuevo campeón del mundo. Sin embargo, un amigo del pasado vuelve para trastocar su presente y ponerle contra las cuerdas, metafórica y físicamente.
Otra vez volvemos al cuadrilátero, pero cambiando las calles de Filadelfia por el lujo de Los Ángeles, donde dejamos atrás la figura de Rocky Balboa. Éste, sin duda, es el aspecto más morboso de la película, la notable (e inexplicada) ausencia de Sylvester Stallone. Es cierto que la trama en ningún momento habría avanzado mejor con el personaje en pantalla. Pero hay algunos momentos muy señalados durante la cinta que resulta bastante chocante que no esté presente Rocky en la vida de Adonis Creed. En esta ocasión, la versión española retira el subtítulo de «La Leyenda de Rocky», aunque su legado y su sombra parecen más alargadas que nunca.
Crítica
De nuevo, la atención recae en el joven Adonis, genialmente interpretado por un Michel B. Jordan al que liderar sus propias franquicias ha conseguido eclipsar el recuerdo de ese desastre llamado Cuatro Fantásticos. En esta ocasión aporta una visión más madura del personaje, menos temperamental, pero igualmente rabioso por su pasado. La culpa, en esta ocasión, la tiene el personaje de Jonathan Majors. Damien, quien fue a la cárcel por protegerle y ahora exige el futuro prometedor en el boxeo que tenía garantizado. Para lograrlo, el actor que encarna a Kang se muestra más musculoso que nunca. Con un personaje orgulloso, desafiante, y seguro de sí mismo, que sabe cómo conseguir lo que quiere, ya sea mediante argucias o a base de uppercuts (y juego sucio) en el ring.
Respecto a la dirección de Michael B. Jordan, desde la primera escena se desprende que nos encontramos ante una solidez y confianza en su manejo que supera con creces a las entregas dirigidas por Sylvester Stallone, impropia de un debutante detrás de las cámaras. Su forma de transmitir es más sencilla y cercana. Más enfocada en retratar a las personas que en mostrar la grandilocuencia que emanaban las entregas realizadas por Stallone.
Creed III no consigue exprimir la mejor esencia de la franquicia
Aún así, Creed III no consigue exprimir la mejor esencia ni de la primera cinta de este spin-off ni de las entregas de Rocky Balboa, puesto que su solvencia en la dirección no impide que nos encontremos ante una cinta que gusta y entretiene, pero no enamora. De este modo, Michael B. Jordan nos ofrece un sólido drama pugilístico, pero se pierde en la oscuridad y no ofrece ningún desahogo cómico ni visceral, traicionando de paso los dos aspectos claves de la saga de Rocky y, por herencia también de Creed, que es el hecho de subir las revoluciones durante el entrenamiento y el combate final, los momentos más épicos de cada largometraje.
Por muy bien rodadas que estén las secuencias, con unas interpretaciones sólidas y creíbles, y un manejo de la cámara ágil en los combates. La esencia de la franquicia se ve diluida, faltando ese gancho directamente al corazón. Ese empuje y esfuerzo de superación que tanto gustan de las anteriores películas, y ese entrenamiento infernal que hace subir las revoluciones al espectador. Lamentablemente, la historia entretiene, la tensión entre ambos protagonsitas es palpable. Pero la película no enamora porque falla en lo principal, que es ofrecer lo que más se busca en esta saga, la epicidad del entrenamiento y del combate final.
Conclusión
Así las cosas, Creed III no goza de momentos tan formidables y memorables como las entregas anteriores, ya sean las de Rocky o las de Creed, donde sus dos combates no serán rememorados por los fans de la franquicia ni de los aficionados del boxeo. Pero su esencia y su conjunto sitúan esta tercera entrega como una solvente cinta deportiva. Se aleja de la historia de superación y ascenso de la primera entrega del spin-off; pero también de la nostalgia arraigada en Creed II: La Leyenda de Rocky. Esta cinta intenta despegarse tanto del resto que se pierde a sí misma. Mostrando una trama sólida pero demasiado previsible, donde ningún giro ni golpe de efecto noquea al espectador.
Pero todo lo antedicho no quiere decir que Creed III no implique disfrutar de dos horas emocionantes. Tiene un ritmo muy bien llevado, agradeciendo que sea la más corta de las tres últimas entregas. Pero también, demuestra que Creed puede avanzar sin Rocky, aunque en gran medida esta secuela implique el cierre de la franquicia, salvo que a Michael B. Jordan le dé ahora por boxear con 40, 50 y 60 años como hizo Sylvester Stallone.