Ya hemos podido ver Daredevil temporada 3 y, tras dos entregas increíbles, Netflix nos sumerge en la oscuridad más absoluta y depresiva.
Llegaba a Daredevil temporada 3 con miedo. Mucho miedo. Las dos primeras temporadas, sobre todo la segunda, habían sido una experiencia insuperable. Y lo dice una persona cuyo superhéroe favorito era el Diablo de Hell’s Kitchen antes de que la serie de Netflix llegara a ser siquiera una idea. El miedo al bagaje de la serie original de Marvel Television para la plataforma streaming se sumaba a la campaña de muchos con aquello de «es una adaptación de ‘Born Again’«. La bandera había sido enarbolada desde que terminó ‘The Defenders‘ y la situación de Matt Murdock (Charlie Cox) se había quedado a tiro hecho para una pseudo-adaptación de la obra de Frank Miller y David Mazzucchelli. Pero ya sabéis lo que pasa con esas pseudo-adaptaciones: siempre hay alguien que acaba decepcionado porque, al ser una adaptación, algo se queda por el camino. Y nada de Born Again puede quedarse fuera jamás. En absoluto. Sin embargo, Daredevil temporada 3 no es Born Again ni lo pretende. Nunca lo hizo.
Daredevil temporada 3 es lo mejor de 2018 y con diferencia
Born Again puede ser una fuente de inspiración e incluso hay algún que otro homenaje (la Pietà no podía faltar, desde luego) sacado directamente de las viñetas de Marvel Comics. No obstante, la serie pronto olvida el legado de los cómics y pasa a identificarse por sí misma con la entrega más oscura que nos han dado hasta ahora. Porque si algo define perfectamente a Daredevil temporada 3, desde los primeros compases hasta la propia promoción de la tercera entrega, es la palabra «oscuridad». La oscuridad más absoluta ha llegado a Matt Murdock, un hombre exhausto, hastiado, cansado de dar su brazo por una ciudad y un mundo que ya no le pertenece. De recibir golpes y de no alcanzar la felicidad.
Ese espejo del abismo que se formó en la mirada perdida de un Charlie Cox inconmensurable se va expandiendo con cada acción que el Hombre sin Miedo lleva a cabo. ¿El límite? ¿Qué límite? La línea entre el bien y el mal se ha separado y el hombre ha caído. No es que haya perdido la esperanza: es que lo ha perdido todo. La victoria del diablo es más que evidente y la ausencia de Matt Murdock ha convertido Nueva York en un patio de recreo para el Diablo de la Cocina del Infierno en Daredevil temporada 3. Un patio de recreo violento, adulto, sangriento, duro y profundo que hacen de esta entrega lo mejor que va de 2018. Y con muchísima diferencia.
Matt Murdock y Wilson Fisk son el motor de la trama
El motor que empuja la trama no es otro que la dinámica entre Matt Murdock (que no Daredevil) y Wilson Fisk. El tira y afloja, tanto físico como psicológico, es demencial. Los fuegos de artificio que Bullseye coloca son solo la sombra de algo mucho más profunda, algo que se va cocinando a fuego lento y que acaba sirviéndose al final de cada episodio. Puede parecer más lenta o menos compacta que la segunda temporada, plagada de instantes de acción, de peleas y de fuegos artificiales. De show. Pero Daredevil temporada 3 te pone en medio de la oscuridad y no te piensa dar una sola luz, aunque sea una maldita vela, para alumbrar el negro donde habitan el protagonista y su némesis.
Del resto de personajes, Karen Page sobresale en su fase de negación (al más puro estilo de Lois Lane o de la Mary Jane Watson de ‘Spider-Man PS4‘) y Foggy Nelson juega un papel muy secundario para intentar aceptar que su amigo ha «muerto». Los diseños de producción, la ambientación y la fotografía se mantienen, mientras que la banda sonora -especialmente la música del opening- se emplea de una forma adecuada en momentos puntuales que necesitan de una potencia dramática mayor. Y logran potenciarla, sin lugar a dudas. En definitiva, si te gustaron las dos primeras temporadas, Daredevil temporada 3 es tu serie. Eso sí: ya puedes estar preparado para abrazar a la oscuridad porque Matt Murdock ha dado paso al diablo definitivamente.