Mañana se estrena Identidad Borrada; la película dirigida por Joel Edgerton y protagonizada por Lucas Hedges, Nicole Kidman y Russell Crowe.
El hijo de un predicador baptista de una pequeña ciudad norteamericana, se ve obligado a participar en un programa para “curar” su homosexualidad, apoyado por la Iglesia: Cuando a los 19 años Jared Eamons cuenta a sus padres, Nancy y Marshall Eamons que es gay, el joven comienza a ser presionado para que asista a un programa de terapia de conversión gay, o de lo contrario será rechazado por su familia, su amigos y la iglesia. Dentro del programa Jared entrará en conflicto con el terapeuta jefe.
La trama es genial, cierto es que no destaca por su originalidad, pero está muy construida y llevada a cabo. Una trama, un guion que sirven como grito al cielo o denuncia, también como el tema del amor más allá del atractivo y de todo lo que implica. Pero no es una película edulcorada, también vemos lo que es el rechazo y el maltrato al colectivo gay.
El elenco hace que la película sea aún más grande
Kidman y Crowe como padres es algo que no tiene precio; parece que solo ellos pudieran hacer ese papel. Y Hedges, de El regreso de Ben, es sublime, de las mejores actuaciones del 2018. La narración también es muy buena; acompañamos todo el rato a Jared y vemos cómo evoluciona, centrando casi toda la atención en la trama principal que se vive de manera cruda, sin alardes o pretensiones. El drama solo se explota en los momentos justos y necesarios, lo que creo que es un acierto, para hacerlo más real y no provocar la lágrima fácil. De hecho, la narración es muy respetuosa.
Tenemos una película sencilla que será capaz de dejarte pensando y que, casi seguro, te hará reflexionar alguna cosa.
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