Crítica de la película de acción ‘La leyenda del Samurái. 47 Ronin’.
Al igual que hiciera en su día Frank Miller con su cómic 300 y más tarde Zack Snyder con su posterior adaptación contando de una forma libre la historia de la antigua Grecia de la batalla de las Termópilas. Carl Rinsch ha hecho lo mismo con La leyenda del samurái – 47 Ronin, a partir del guión de Chris Morgan (Wanted, Fast Five) y Hossein Amini (Drive, Las alas de la paloma), al llevar a la gran pantalla la leyenda popular japonesa del código de honor del samurai, El bushido, de los 47 Ronin; historia que tuvo lugar en los años 1701 – 1703 en un tiempo en el que Japón había dejado atrás la época feudal y había entrado con fuerza en la era moderna y en la que los japoneses dieron una gran importancia a mantener viva su cultura y las viejas tradiciones del Bushido, como las del honor.
La leyenda del samurái – 47 Ronin, está protagonizada por Keanu Reeves (Matrix) en el papel de Kai, un mestizo protegido por el señor de los samuráis, acompañado de un elenco de estrellas japonesas como Hiroyuki Sanada (El ocaso del samurái, Sunshine, El último samurai o la reciente Lobezno inmortal) en el papel de Oishi, el jefe de los samuráis; Kou Shibasaki (Ôoku, Llamada perdida) en el papel de Mika, la hija del señor de los Ronin y el gran amor de Kai; Tadanobu Asano (Mongol, Ichi the Killer) encarna al traicionero señor Kira, y Rinko Kikuchi (Babel, Noruwei no mori), como la misteriosa dama Mizuki, que ayuda a Kira en su carrera hacia el poder.
El film nos cuenta la historia 47 intrépidos samuráis que juran vengar la muerte de su señor Asano Takumi por la conspiración urdida de otro señor feudal para hacerse con el poder y quedarse con sus tierras. Despojados de su rango de Samurái y convertidos en Ronin, son obligados a abandonar su hogar y recorrer nuevas tierras, la banda de “ronins” no tiene más remedio que pedir ayuda a Kai (Keanu Reeves), un mestizo al que rechazaron anteriormente, para adentrarse en un mundo poblado de bestias míticas, brujas y terrores sin nombre.
Adaptación de un cómic que adapta una leyenda japonesa.
La película cuenta de una manera muy libre la leyenda tal y como se conoce en Japón, ya que en el film se muestra como Asano (Min Tanaka) señor de los Samuráis no recibe un juicio justo, ni se investigan los motivos que llevan a este a atacar al señor Kira, por lo que la venganza de los ronin hacia este, también debería haber sido extendida al Shōgun. Y una vez demostrada la inocencia de su señor no solo no acaban con el Shōgun, si no que además acatan la orden de ser ejecutados por este, eso si, con su honor de samuráis recuperado y morir honrosamente bajo el seppuku.
Quizás los guionistas del film deberían haber desarrollado más estas subtramas en vez de mostrar una película de acción sin más, ambientada en la época de los samuráis con cierta inspiración a los films de animación de Hayao Miyazaki como ‘La princesa Mononoke’. También seria de criticar la introducción del personaje de Kai, que solo sirve para justificar que la película sea una producción americana con una interpretación nada destacable por parte de Keanu Reeves en la que mantiene el registro al que nos tiene acostumbrados de películas como Matrix o Constantine. Destacar por otro lado la interpretación de Hiroyuki Sanada, que demuestra una vez más encontrarse como pez en el agua en el papel de Samurái.
Visualmente la cinta es impresionante, tanto por los paisajes que nos muestran como a nivel de efectos especiales. La película si olvidas que está basada en un hecho real, es entretenida de principio a fin y muy recomendable para pasar una tarde de palomitas en el cine con una película que no tiene otra pretensión que entretener al espectador.