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Crítica de ‘Marte (The Martian)’

Matt Damon. Marte. The martian

Los antecedentes marcados por Gravity (2012)' e ‘Interstellar (2014)', han servido de reflejo para el nuevo destello de Ridley Scott en ‘Marte (The Martian)'

Ridley Scott adapta, ‘Marte (The Martian), obra homónima, escrita por Andy Weir, desde la perspectiva menos espacial, situando el foco en la aventura planetaria y acompasándola, de forma inteligente, con la psicología superviviente del ser humano. Orientada, sin sensiblerías, aunque retratando la evidente utopía de una historia lastrada, desgraciadamente, por el tercer acto. El excedente estereotipado del personaje interpretado por un inconmensurable Matt Damon, hace sucumbir al realismo dominante durante todo el metraje. Cercano a la epopeya cliché, consigue alejarse de los convencionalismos y se mantiene entre la evasión y el entretenimiento, recordando, en su versión extravagante, a ‘127 Horas (Danny Boyle, 2010)'.

marte operacion rescate

Scott regresa al cenit cinematográfico gracias, en parte, a un Matt Damon que empatiza con el espectador desde su aparente positivismo conductual, soportando la presión emocional de manera constante e, incluso, metafísica. Respirando de la musicalidad pop setentera, el inicio sirve como una declaración de intenciones; la cinta es para el gran público. El mestizaje entre la precisión narrativa y el surrealismo momentáneo, con el que drena la posible carga generada entorno a conceptos físico-espaciales, se adapta a los cánones del rockabilly, sin trabas incongruentes, ni tensión. No adquiriendo riesgos en su desarrollo, Scott fabrica un blockbuster renovado e hilarante, en el que su gran poder visual diluye el valor que subyace bajo lo explícito.

The Martian aprovecha su entorno, lo explota de forma grandiosa, aunque transcurre con equilibrio para evitar el abuso condescendiente hacia el espectador. Rodada con cierta comodidad, queda enmarcada en el arco narrativo de las fórmulas tragicómicas, transmitiendo una atmósfera sin fundamentalismos ni grandilocuencias. de gran maquinaria, dedicado enteramente al entretenimiento, sin solemnidades ni mensajes intrínsecos. Está tan descargada del peso emocional que deja de ser creíble, a pesar de su apoyo científico, y se sume en la maraña de un guión coyuntural, plano y preciso. Diálogos distendidos, alternados, con criterio, entre lo banal y lo épico. Utiliza la contraposición social como valor sistémico, ayudado por la verosimilitud de las localizaciones y el empirismo físico, sin embargo, el descarado sentido que toma la cinta lo tiñe del comercialismo menos convincente.

The Martian no flota en un halo de espiritualidad implícito en el carácter de sus personajes, quedando a merced de la sofisticación y el atractivo de una trama en la que su primer y último acto resultan inverosímiles. A pesar de la incoherencia narrativa mostrada en la consecución final, la película consigue funcionar desde la perspectiva del entretenimiento ciertamente inteligente, aunque sin pretensiones reales. Una cápsula agradable y reluciente a la vista.

El filme avanza hacia una descentralización coral, ampliando las perspectivas desde la que es narrada la resolución de conflictos. Damon se adapta, con sorprendente facilidad, al hilarante carácter de un personaje destinado, con obstinación, a una conversión MacGyveriana. Jeff Daniels, Sean Bean, Chiwetel Ejiofor, Kate Mara o Jessica Chastain, entre otros, completan el titánico ejercicio interpretativo de un Damon que ha sabido manejarse en una tesitura poco convencional. Scott emplea su oficio, aunque no le hace protagonista de cada acción, sino que se deja invadir por el talento de un elenco perfectamente capaz de convencer al respetable.

Tras años de ocaso cinematográfico, y, a pesar de que The Martian no es una película sensorialmente global, Scott consigue reinventarse sobre el dogma del entretenimiento intelectual. La gestión entre lo telúrico y lo espacial, así como la comicidad inherente a la trama real, enaltecen a una obra que renuncia a la épica en favor de la genial incredulidad que transmite. Argumento plausible, que no conmovedor.

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Mario Alvarez de Luna Costumero
También escribo de cine en framepoint.wordpress.com
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