Moonshadow La Edición Definitiva de EVOLUTION COMICS. Crecer entre dramas oníricos y experiencias surrealistas
Hace 35 años se apostó por publicar una obra diferente bajo el sello Epic Comics, perteneciente a Marvel. Ahora Panini en su línea Evolution nos trae, por primera vez en castellano, la primera novela gráfica pintada con acuarelas, Moonshadow.
Lo primero que nos llama la atención de esta edición definitiva de Moonshadow es lo voluminosa que resulta dado su contenido. Doce episodios de treinta y dos páginas cada uno más la inclusión del epílogo, creado años después para su edición en el Sello Vertigo de DC, Adios Moonshadow, una suerte de mezcla entre novela ilustrada o cuento con imágenes de apoyo. Además, el tomo de tapa dura incluye diversos extras como páginas de guión original y planificaciones de Jean Marc DeMatteis, así como bocetos y portadas diseñadas por John J. Muth, que posteriormente incluso fueron desechados en el proceso final. Un conjunto muy completo para una historia que no es apta para todo tipo de público por su compleja puesta en escena.
Moonshadow nos habla sobre todo de la experiencia que supone crecer desde la tierna infancia a la edad adulta, pasando por la pubertad. El propio protagonista es el narrador de los hechos, una vez alcanzada la vejez. Nos encontramos con una narración que emplea fragmentos de obras clásicas como inspiración previa para posteriormente plasmar, a colación de esos párrafos, diferentes momentos de una época en la que comenzamos a mostrarnos más independientes y forjamos nuestro carácter definitivo, muchas veces influenciado por factores externos. La importancia de la familia (relación paterno-filial incluida), la pérdida de seres queridos, los primeros escarceos con el amor y el sexo (sin olvidar la masturbación), el alcohol, las drogas, los primeros trabajos… una revisión muy completa de esas primeras inquietudes.
Y cuando hablamos de autores clásicos (y no tan clásicos) nos estamos refiriendo a escritores de la talla de William Shakespeare, Charles Dickens, Fiodor Dostoievski, Robert Louis Stevenson, Alejandro Dumas, Hermann Hesse, L. Frank Baum, Robert E. Howard, Lewis Carroll, James Matthew Barrie, J.R.R. Tolkien o el mismísimo Miguel de Cervantes Saavedra. Y hasta aquí solo hemos citado la prosa pues entre los poetas también encontramos referencias a Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, William Blake o John Keats. El Mago de OZ, Peter Pan, Los tres mosqueteros, Alicia en el país de las maravillas, El Capitán Blood, La isla del tesoro, Don Quijote, El señor de los anillos… Toda una declaración de intenciones para trazar aventuras, a la que se añaden influencias del comic de superhéroes.
Jean Marc DeMatteis contó con total libertad para ejecutar esta obra tan personal, que podría contar con elementos incluso autobiográficos. Bajo un planteamiento que, en muchas ocasiones, nos lleva a transportarnos al universo onírico del autor, apreciamos la idealización de los conceptos de una vida que no cesa de crecer en diversos mundos espaciales creados para solaparlos con la realidad. Además, Moonshadow ni siquiera iba a titularse así, sino Stardust. Pero finalmente tomó el nombre de la canción homónima del cantautor Cat Stevens. Una ambientación a caballo del género fantástico y la ciencia ficción que está repleta de constantes metáforas y un peso filosófico importante.
Una creación tan especial y personal tenía que contar con un apartado gráfico a la altura, tanto que se convirtió en un hito histórico, una novela gráfica pintada por John J. Muth con acuarela. Contó con colaboraciones puntuales de otros grandes pintores como Kent Williams y George Pratt, que se mimetizaron a la perfección con Muth. Su arte nos imbuye de intimismo y dureza trasladados a un ámbito fantasioso e imaginativo. Su estudiada narrativa y el impacto visual de sus pinturas pueden no ser del gusto de un lector ocasional de comics, pero hay que reconocer que Moonshadow no sería la obra que es si el estilo fuese diferente. Todo forma una maquinaria perfectamente engrasada.
Todos, a posteriori de leer esta obra, podemos trasladar nuestra infancia a un formato de cuento surrealista, en el que idealizar o agravar los sucesos que nos marcaron, en los que aparecer como héroe o villano, dar papeles a familiares o amigos, que les transformen, manteniendo la esencia del recuerdo. Mientras, el viaje junto a Moonshadow, su madre “Girasol”, su amigo Ira y su gato Frodo, merece la pena ser vivido a través de las viñetas de esta novela con apenas bocadillos de lenguaje hablado. Sin olvidarnos de los G’L Doses, los machovianos y los goyimianos, sin soltar la mano de J.M. DeMatteis.