En ‘Oblivion’ todo parece estar atado y bien atado; Joseph Kosinski dirige y coescribe la adaptación de su propia obra, una novelita de 12 páginas que llegó a convertirse en novela gráfica tipo ‘ashcan’ de gran pegada en la Comic- Con de San Diego.
Tras rechazar una oferta de Disney con la intención de no hacer una película infantil al estilo Sparrow, Kosinski decidió hacer las veces de productor, firmar con Universal y llevar Oblivion, su obra a la pureza autoral. Además, ha contado con el trabajo de Claudio Miranda, reciente ganador del Oscar a la mejor fotografía por ‘Life of Pi’, y se nota.
La armoniosa mezcla de croma y paisajes reales le va al pelo a una tierra donde por encima del yermo y desolador paisaje postapocaliptico se yergue el edificio desde donde Jack Harper (Tom Cruise) se prepara día a día para su rutinaria misión; reparar drones y combatir la resistencia alienígena. La Tierra consiguió ganar la batalla al invasor extraterrestre pero no logró salvarse a sí misma y tras el invierno nuclear llegó el éxodo. Es allí, por encima de ese territorio hostil, en su hogar, en la cuna de la tecnología, donde un impoluto y monocromático Jack Harper espera el momento para partir al fin hacia su hogar.
El cromatismo blanco y puro de esa estética futurista, que tanto recuerda a ‘THX 1138’, va tornando grisáceo a medida que Jack va descubriendo la verdad que reviste su distopía hasta caer en las tinieblas tras su encuentro con Julia (Olga Kurylenko), la memoriosa viajera del tiempo que otorga a Jack el conocimiento, no solo del pasado, sino también del presente y del futuro.
A medida que Jack va descubriendo la razón de su existencia, la película cae en un torbellino de tópicos que entierran el soberbio comienzo del filme de Kosinski. Oblivion acaba terminando por ser un divertido juego en el que encontrar las ricas referencias de las que hace uso. La elección entre la verdad y la ignorancia de Matrix (con Morgan Freeman en el papel de Morfeo). El diseño de la nave burbuja que tanto recuerda a las usadas en las Guerras Clon o la persecución de los drones que acaba convirtiéndose en un calco de la batalla final que tantas veces hemos visto en Star Wars.
El gran entretenimiento del principio y las buenas sensaciones acaban tornándose en gatillazo mientras asistimos al declive de una historia que se acerca peligrosamente a los argumentos de conocidas obras del género.