Crítica de ‘Red State’, la última película de Kevin Smith. El cineasta e historiesta plantea una interesa sátira que cambia totalmente su registro
Los últimos trabajos de Kevin Smith evidenciaban que su discurso estaba agotado. Lo que contrastaba con la arrolladora ironía y la divertida verborrea de sus comienzos. Y la floja buddy movie Vaya par de polis, la primera película que rodaba con guion ajeno, hacía presagiar que el director de culto iba a iniciar una etapa de encargos sin rastro de su autoría.
Para sorpresa de todos… ‘Red State’ supone un considerable cambio de registro en su filmografía. Un viraje en el momento adecuado y con el que ha convencido al Festival de Sitges de 2011. Smith coquetea con los recursos del género de terror para ofrecer una sátira sobre la sociedad estadounidense.
Critica el fanatismo religioso y el extremismo presentes en la América profunda y de paso manda un ‘recado’ a los estamentos policiales, con su burocracia y descoordinación. Es un filme descompensado e irregular, pero con suficientes buenos momentos como para resultar interesante.
Sinopsis de ‘Red State’
Tres adolescentes acuerdan una cita por Internet para foguearse en cuestiones sexuales. Una misteriosa mujer les espera, y ellos acuden al encuentro con la esperanza de saciar sus impulsos. Sin embargo, descubren que es una trampa orquestada por Abin Cooper (interpretado por un inspirado Michael Parks), un predicador polémico por sus incendiarios mensajes sobre la homosexualidad y el pecado. Esa pequeña comunidad, una secta en manos de Cooper, se convertirá en un foco de caos y violencia.
Aspectos destacables del film
‘Red State’ destaca por la ferocidad de su trasfondo y el tono perturbador del conjunto. Smith juega audazmente con la mezcla de género, los golpes violentos, los cambios de ritmo y de protagonistas. En el lado contrario, alarga demasiado algunas situaciones, como si se regodeara en su crítica sin aportar novedades a lo ya expuesto.
Los ‘fans’ reconocerán su estilo en los punzantes diálogos. Atención al absurdo (y sarcástico) clímax final de una película no tan lograda como pretende, aunque refleja que Smith tiene cuerda para rato.
