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Críticas de cine

Crítica de ‘Sharknado’: ¡Llueven tiburones!

sharknado

cartel de la delirante 'sharknado'

Los aficionados al cine de género conocen las características de los productos creados por The Asylum, compañía especializada en serie Z que explota las historias de monstruos gigantes y que destaca por su falta de pudor al copiar sin disimulo las propuestas de Hollywood. La desvergüenza y el sentido de la parodia guían un estilo que alcanza su cumbre con ‘Sharknado’, película que por su delirante punto de partida (un tornado arrastra consigo miles de tiburones en Los Ángeles) ha causado un considerable revuelo en redes sociales. ‘Sharknado’, emitida por televisión en España a través del canal SyFy, se mofa de su propia cutrez para disfrute del público cómplice, que se divertirá si la ve en compañía de amigos y con abundante bebida. Un filme horrible, de esos a los que apetece acercarse de vez en cuando para burlarse de sus incontables defectos. Un ejemplo perfecto de cine basura.

El largometraje es una acumulación de situaciones esperpénticas, efectos digitales de saldo (ojo a la proporción cambiante de los tiburones) y diálogos que causan sonrojo (la frase “odio a los tiburones porque mataron a mi abuelo” apunta a convertirse en un clásico). No faltan tampoco la repetición de planos, el uso de imágenes de documentales y los fallos de racord y la desigual iluminación: tan pronto hay tormenta como sale el sol. Lo mismo ocurre con las riadas que azotan la ciudad, ya que las calles vuelven a la normalidad por arte de magia. Entre la hilaridad del conjunto, y sin desvelar la locura del final, destacan momentos como aquel en el que un tiburón se sube a la cubierta de un coche o cuando otro nada por el salón inundado de una casa.

fotograma de 'sharknado'. sí, los tiburones vuelan.

Fiel a la tradición del sello The Asylum, ‘Sharknado’ cuenta con actores acabados y en el ocaso de su carrera como Ian Ziering (de ‘Sensación de vivir’), quien se entrega a la causa friki, y una perdidísima Tara Reid. La dirección, por llamarla así, recae en Anthony C. Ferrante, responsable de la versión bastarda de ‘Hansel y Gretel’.

Lo mejor: lo tronado de su punto de partida y el delirio de ciertos momentos.

Lo peor: el aburrimiento que generan las escenas en las que no aparecen tiburones y que la película no llegue más lejos en cuanto a esperpentos.

Por muchas risas que provoque, es serie Z de la mala.

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