‘La Quinta Ola’ es la confirmación de que la nueva premisa cinematográfica para adolescentes sin entretenimiento alguno, es posible.
Aunque la idea del retrato humano es interesante, incluso seria en varias fases, termina diluyéndose entre clichés llevados al surrealismo, obras marciales como justificación de la estupidez humana y un compendio de romances cuanto menos fútiles, con un aroma infantil inaguantable. J. Blakeson se atreve con una dinámica demasiado trabajada con anterioridad, con un guión incongruente que no guarda imágenes hermosas, ni tampoco diálogos útiles. Lo que parecía el nuevo príncipe de la pubertad se ha convertido en la rana de todos los públicos. Una decepción a la altura de las peores películas del año.
La adaptación del libro escrito por Rick Yancey aúna todos los relatos antecedentes sobre el Apocalipsis total y absoluto a manos de alienígenas que recuerdan, sospechosamente, a los diseños de Alien (Ridley Scott, 1979). Relatos donde son los adolescentes quienes, desengañados por cualquier argucia argumental, deciden enfrentarse a la hegemonía de cualquier raza que no sea la suya. Blakeson peca de reverberar en torno al síndrome unitario, en torno a la esperanza del todos-unidos-por-la-libertad, en torno a todo aspecto inmaduro al que agarrarse como el ancla largada al fondo del mar. Y es que ahí se encuentra la esperanza de ‘La Quinta Ola’, en las profundidades de la ciencia-ficción contemporánea, en la que se esconde bajo su género cuando no puede solventar los problemas de manera verosímil. Símiles tales como el clima a ‘District 9’ con la heroína que escapa (accidentalmente) del sistema al estilo ‘The Maze Runner’, todo ello aderezado con los romances entre humanos aparentemente normales y seres mestizos en mitad de un bosque sombrío, emulando a la saga Twilight. La injerencia narrativa que intenta engañar al espectador sólo sirve para que Blakeson quede rebajado al nivel del titiritero que se traba con más de dos. Una película que no se arriesga más porque no puede, porque en las fases en las que se atreve, los diálogos son más propios de una adolescente sacada de una sitcom norteamericana. Su verborrea por retratar la fragilidad e ignorancia humana queda plasmada en una frase tan trillada que invita a la catástrofe; «Cariño, es el ejército, nuestro ejército, no pasa nada». Sorprendente cómo el guión de Susannah Grant pasa por encima de situaciones dramáticas que bien podrían haberle otorgado un tono algo menos patoso a la película, cómo prefiere ser un trampolín al resto de la saga, en lugar de profundizar en los entresijos del análisis social que Yancey escribe con cierto pudor en la obra escrita. Si el espectador elimina una primera media hora intensa y de creación medianamente interesante, se encontrará con un desmayo dramático inexplicable. Ciencia-ficción para adolescentes aburridos.
Las interpretaciones de Chloë Grace Moretz en el papel de Cassie Sullivan, Liev Schreiber como el Coronel Volsch y Maika Monroe encarnando a Ringer, están a la altura de una obra diseñada para que los seguidores de la saga literaria se recreen en una historia que cojea incansable por cada páramo que coloca Grant para el suplicio del espectador. El resto del reparto navega como puede entre la sobre-explotación de su personaje y un festival de Deus Ex Machina tremendamente excesivo para ser soportado durante tanto tiempo.
El apresuramiento sin sentido de ‘La Quinta Ola’ pone de manifiesto lo que significa rodar-contra-el-crono; proyectar un ejercicio al que le faltan varios repasos para presentarlo a examen. Blakeson no es capaz de dar una sola explicación que aporte motivos por los que leer a Yancey. Ni siquiera eso. Una falaz distopía firmada, a escondidas, por Disney.