Crítica de la película ‘Múltiple’ (Split).
‘Múltiple’ pertenece al género de películas que necesitas comentar o criticar con alguien nada más salir del cine. Supone un acercamiento más a la cotidianeidad espeluznante, de la que Shyamalan es maestro. Su ejercicio por mostrarnos de lo que es capaz la mente humana no puede dejar indiferente a nadie. Rodada en una atmósfera oscura y tensa (predominando las escenas de interiores), atmósfera que nos retrae en cierta forma a la de ‘Psicosis’ o ‘El Silencio de los Corderos’, la película navega entre el presente y el pasado, jugando con acertados flashbacks que ayudan al espectador a comprender mejor los comportamientos de ciertos personajes.
‘Múltiple’ debe casi todo su peso dramático y lo mejor del film a la formidable interpretación de James McAvoy como un ser perturbado, con múltiples personalidades. Un papel soñado para cualquier actor, y en el que despliega todos sus registros de forma brillante, con la ayuda de muchos primeros planos. También es digno de mención el trabajo de la joven actriz Anya Taylor-Joy, una actuación contenida pero sumamente eficaz.
Con un comienzo rápido y contundente y un ritmo adecuado a la profundidad y evolución de la trama, la película destaca también por su planteamiento psicológico de fondo, relativo a la disyuntiva entre considerar a los enfermos mentales simplemente eso, enfermos que necesitan tratamiento o, en cierta forma, genios cuya potencialidad necesita ser desarrollada y a los que sería interesante prestar una mayor atención.
Con ‘Múltiple’, el director indio-estadounidense retrata asimismo la crucial influencia que ejercen las actuaciones de los adultos en las vidas de los niños a su cargo, condicionando su personalidad futura para bien o para mal. Este es otro de los puntos claves de la película.
Como punto débil, cabe mencionar una cierta previsibilidad del guión en algunos momentos, compensada con creces por la interesante resolución de las situaciones a las que se enfrentan los personajes.
Shyamalan deja la puerta abierta a una secuela y, la verdad, se queda uno con ganas de más. Buen síntoma.