Hemos podido ver la primera temporada de One Piece en Netflix y nos hemos quedado alucinados con lo que hemos visto. Era inimaginable…
Netflix ha obrado un milagro con One Piece. Era práctica imposible e impensable que, después de lo sucedido con Cowboy Bebop o Death Note, por poner un par de ejemplos recientes y dentro de la plataforma streaming, un anime como el de Eiichiro Oda saliera bien parado. Hablamos no solo de una de las franquicias más importantes y populares de la industria japonesa del entretenimiento, sino también de un manga y un anime muy exigentes en términos audiovisuales. Por lo tanto, la tarea de los creadores y todo el equipo de producción era titánica. Sin embargo, han aprobado con nota.
De la misma forma que The Last of Us en HBO no podía fallar como adaptación de un videojuego esencial para los fanáticos, One Piece en Netflix no ha fallado. En absoluto. La serie de acción real ha conseguido trasladar toda la magia de la historia de los piratas y todo el carisma de sus protagonistas. Desde personajes principales hasta secundarios y villanos. Todos los detalles están cuidadosamente colocados, seleccionados y tratados. Todo está ahí y es casi inverosímil. No solo por los precedentes mencionados, sino por la grandeza del mundo de este universo de Luffy, Zoro, Nami y compañía.
La serie es un milagro en todos los sentidos porque han logrado crear un producto idóneo para nuevos consumidores y para la vieja guardia de Luffy
Los actores de One Piece de acción real en Netflix están soberbios. Están totalmente entregados a la historia y da la sensación de que se lo han pasado en grande y no han sufrido ni un ápice la presión de estar trasladando a ‘live action' una de las aventuras más emblemáticas del mundo nipón. Desde los primeros compases del primer episodio te queda claro que esta serie es diferente a todos los animes de acción real que has visto antes. Tiene algo que no se puede describir. Es una especie de magia que se abre paso desde el segundo uno y que te impide no disfrutar de su visionado con una sonrisa de oreja a oreja.
Además de todo esto, hay una cosa que queda clarísima. Netflix ha intentado conseguir que su versión de One Piece sea lo más idónea posible para el público occidental y para los espectadores de masas que no conocen la franquicia. Pero, al mismo tiempo, no ha olvidado al fan de toda la vida ni a su público asiático. Ha mezclado en una coctelera todo lo bueno de esta historia, la voluntad de sus actores, el interés de su creador y una montaña de amor y de cariño por parte de los directores, y nos ha entregado un producto de aventuras y de piratas llena de alma y de corazón.
El tesoro de la plataforma streaming es seguir ofreciendo productos con esta enorme calidad y poner el ojo en otras franquicias de anime muy potentes
No sé si Luffy alcanzara algún día su preciado One Piece y se convertirá en el rey de los piratas. Desde luego, Netflix ya tiene su propio tesoro y se ha quitado el sambenito de las adaptaciones de anime en acción real. Esperemos que este sea el principio de muchos. Y que se abra la puerta para otras franquicias de animación japonesas como Naruto, Ataque a los Titanes, Dragon Ball (pero bien hecho, no vale Dragon Ball Evolution) o Guardianes de la Noche.
Desde luego, apetece seguir explorando nuevas franquicias de anime que sean llevadas con este cuidado, este mimo y este cariño. Si Netflix lo ha conseguido con One Piece, ¿por qué no puede conseguirlo con otras?
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