Desde hace unos cuantos años tenemos la gran suerte, gracias a las últimas tecnologías, de poder disfrutar de excelentes películas basadas en los cómics de superhéroes. Estamos acostumbrados a ver a un Spider-Man hiperrealista trepando y volando por los grandes edificios de New York, a Iron Man sobrevolando el espacio, a la imposible Patrulla X derrotando a temibles Centinelas o al grupo de superhéroes más grande del planeta, Los Vengadores, machacando a las hordas de Loki.
Pero esto antes no era así. Hubo una época en la que hacer una película sobre el mundo de los grandes personajes del cómic superheroico era un reto muy difícil, por no decir imposible. Hubo quien lo intentó y salió bastante bien parado de tan complicada empresa. Estos son los casos del Superman de Richard Donner en 1978 o el Batman de Tim Burton en 1989. Pero hubo otros que fracasaron estrepitosamente con filmes de baja (pésima) calidad, malos actores y guiones ridículos. Hoy nos vamos a centrar en una de esas películas tan malas. En concreto, en el filme ‘Captain America’, dirigido por el visionario Albert Pyun en 1990 (aunque por problemas con el final de la película tras un primer visionado se estrenó en 1991). Con objeto de intentar conseguir un buen fajo de billetes y viendo un filón tras el enorme éxito de la película anteriormente citada, Batman, y la posterior batmanía que se extendió por el mundo entero, los productores Menahem Golan, Joseph Calamari, Tom Karnowski y el mismísimo Stan «The man» Lee (¿¿por qué nos hiciste esto, Stan…??) decidieron que sería una «buena idea» hacer una película sobre el Centinela de la Libertad. Le encargaron el proyecto a Pyun, y los guionistas Stephen Tolkin y Lawrence Block se encargaron de la historia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, un soldado americano llamado Steve Rogers (Matt Salinger) se somete a experimentos científicos con el fin de transformarse en un supersoldado que luche por su país en tan terrible guerra. De esta manera se convierte en el Capitán América. Tras participar en múltiples batallas, se dirige hacia Alemania para combatir a un supervillano italiano (??) llamado Cráneo Rojo (Scott Paulin) que planea lanzar un misil contra la Casa Blanca. A pesar de conseguir desbaratar los planes del malvado Red Skull no puede evitar caer junto al misil en una zona helada de Alaska, donde permanecerá congelado hasta 1990. Al despertarse, descubre que han pasado más de 50 años y que toda su vida ha cambiado. Su antigua novia Bernice se casó con otro hombre y tiene una hija llamada Sharon (Kim Gillingham).
Mientras tanto, durante todos esos años, Cráneo Rojo se hizo una amplia cirugía plástica, con escasos resultados, para alterar sus rasgos desfigurados, crió a una hija y se convirtió en el líder de una poderosa familia criminal. Ahora está decidido a asesinar a Tom Kimball (Ronny Cox), actual presidente de Estados Unidos. Al enterarse de la resurrección del Capi, manda a un grupo de sus matones, capitaneados por su hija, y asesina a Bernice y a su marido. Entonces, el Capitán América, ayudado por la huérfana Sharon, va tras el criminal dispuesto a vengarse y derrotarle…
A pesar de que la historia en sí no era del todo mala, creo que hicieron una de las peores películas de la historia del cine. Un completo y total despropósito. Los diálogos son absurdos, el montaje, un caos absoluto, incluso se ven los micrófonos de jirafa en muchas escenas de la película. Además, las persecuciones son ridículas e inverosímiles (impagable el momento de cuando el Capitán y Sharon se lanzan en una bicicleta al mar y, al congelar la imagen, se puede ver que ni siquiera van montados en ella, sino que van los dos corriendo llevando la bicicleta cogida entre los dos), por no hablar del maquillaje y el atrezzo… El Capitán parece hecho de plástico y la, supuestamente, terrorífica cara de Cráneo Rojo da más risa que otra cosa. Imborrable también el momento de ver las hostias como panes que reparte el presidente de los EE. UU…
En resumen, una película olvidable y nada recomendable que nos deja algún que otro interrogante. ¿Realmente era necesario perpetrar este crimen audiovisual? ¿Cómo pudieron gastarse dinero en algo así ? ¿La hicieron tan mal a propósito o fue por una apuesta? Son preguntas sin respuesta…. Eso sí, si en uno de esos días de verano en los que no tienes nada que hacer, dispones de 97 eternos minutos y te apetece echarte unas risas con los colegas, no dudes en agenciarte una copia de esta película. Aunque luego no nos echéis la culpa de nada, ¿eh? Nosotros ya os hemos avisado.