Se estrena el viernes 21 de junio de 2019, en las carteleras de toda España, el largometraje Toy Story 4, la nueva cinta de animación de Pixar Animation Studios y Walt Disney Pictures. Y, a continuación, puedes leer nuestra crítica, sin spoilers.
El cineasta Josh Cooley (responsable del cortometraje ¿La primera cita de Riley?) es el encargado de dirigir Toy Story 4, cinta que nos ofrece una continuación a la historia de Woody, Buzz y los demás, que parecía cerrada por Pixar con el final de la tercera entrega, cuando Andy regalaba sus juguetes a Bonnie, porque ya se iba a la universidad.
Así pues, en esta nueva entrega Pixar reabre un final cerrado de la trilogía para transformarlo en una tetralogía, en la que vemos cómo afrontan los juguetes que su nueva dueña, Bonnie, empiece el colegio. Cuando de su primer día de colegio regresa a casa con un nuevo juguete, elaborado por ella misma con un tenedor de plástico que encontró en la basura, Woody descubrirá al instante que Forky se ha convertido en el nuevo juguete favorito de la niña, por lo que hará todo lo que sea necesario para que Forky se mantenga al lado de Bonnie.
Si ya en Toy Story 3 nos quisieron demostrar el salto de calidad entre la segunda y la tercera con su secuencia inicial en el oeste americano, en esta ocasión, aprovechan una lluviosa noche para evidenciar cómo ha evolucionado la tecnología en 9 años, además de permitirles cerrar un agujero de la saga, y aclarar el destino de un personaje muy querido que se había perdido la tercera entrega, Bo Peep.
De esta manera, esta cuarta entrega se centra principalmente en recuperar a Bo Peep y evidenciar que su relación con Woody ha cambiado, donde vemos como ella ha evolucionado, ya que no necesita un niño, sino que ahora es fuerte e independiente; mientras que el sheriff sigue dependiendo de agradar a su nueva dueña, aunque sea a través de Forky, el nuevo juguete de la franquicia, que es insufrible y cargante en la mayoría de los tramos de la película.
Toy Story 4 apuesta por reforzar la presencia de Woody y Bo Peep en pantalla, aunque sea en detrimento del resto de juguetes, que quedan relevados a un segundo plano; especialmente Buzz Lightyear, que en esta entrega termina convirtiéndose en una sombra de lo que fue, donde vemos cómo el juguete espacial es más simplón y bobo que en películas anteriores, y que solo sabe recibir órdenes de Woody y nunca toma la iniciativa. Respecto al resto de juguetes clásicos, como Perdigón, Jessie, Mrs. y Mr Potato, Slinky y Rex; terminan siendo simple relleno en este cierre definitivo, ahora sí, de la saga.
Esta pérdida de protagonismo de los juguetes clásicos de Toy Story se debe a que las nuevas incorporaciones entran con fuerza, el Duke Caboom al que presta su voz Keanu Reeves (en versión original), los peluches de feria Ducky (voz de Keegan-Michael Key) y Bunny (voz de Jordan Peele) y la muñeca Gabby Gabby (Christina Hendricks) aportan mucho dinamismo, ternura y comicidad a la saga. El primero representa cómo debe sobreponerse un juguete al rechazo de su dueño, los dos siguientes muestran una faceta desconocida en la saga hasta ahora (su plan espeluchante), a la vez que regalan los mejores momentos divertidos de la película; mientras que Gabby Gabby nos enseña que un juguete está dispuesto a lo que sea con tal de recibir el amor de una persona.
Así las cosas, Toy Story 4 no olvida los denominadores comunes de la saga, como son la amistad, creer en uno mismo, luchar por tus sueños, crecer ante las adversidades, el sentido de la pertenencia, el abandono, el sacrificio y la lealtad. Todo ello con oleadas de ternura, nostalgia, amor, comedia y aventura, en una historia redonda que sabe estar equilibrada, aunque tenga que llevar a cuestas a un personaje como Forky, que a los cinco minutos ya estás cansado de verlo, y a la media hora agradeces los planos en los que no aparece, porque toca el turno de ver a Bo Beep, el personaje que más ha crecido y evolucionado de la tetralogía, y el juguete que más cautivará al espectador en esta secuela.
Pero nada de esto tendría sentido si Pixar no fuera capaz siempre de superarse a sí mismo. De este modo, volvemos a presenciar atónitos como la animación, texturas, iluminación y movimientos de los personajes alcanzan nuevas cotas de perfección, con unas secuencias tan espectaculares que a veces olvidas que estás presenciando una película de animación digital. Todo ello al servicio de una cinta conmovedora y a la altura de la saga, aunque no sea tan sorprendente y redonda como la primera, ni tan emotiva y lacrimógena como la tercera entrega.
En resumen, el director Josh Cooley sigue con la magia de la saga, en un cierre definitivo, lleno de nostalgia, viejos conocidos y nuevos amigos que aportan los mejores momentos cómicos de la cinta.
NO TE LA PUEDES PERDER SI: Disfrutas de la mágica animación de Pixar; de la nostalgia, amor y cariño que desbordan estos personajes con los que hemos crecido varias generaciones, con un cierre definitivo a la altura de la saga.
NO VAYAS A VERLA SI: No te gustó la trilogía original, porque esta nueva secuela continúa la senda iniciada, aunque su final nos lleve a lugares desconocidos hasta ahora.
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