La tercera temporada de Star Wars: The Mandalorian acabó hace algún tiempo y tenía pendiente traeros mis impresiones de este singular año en el que la historia de Din Jarrin y Grogu ha pasado a un segundo plano mientras que Bo-Katan y el resto de Mandalorianos tomaban la delantera.
En una temporada que sobre todo ha servido para elevar la escala de la serie hasta la galaxia más lejana y más allá, convirtiendo The Mandalorian en una pieza más de un rompecabezas del que no acabaremos de ver la imagen al completo hasta dentro de unos años cuando se estrenen otras series como Ahsoka, Skeleton Crew o la anunciada película que previsiblemente se titulará Heredero del Imperio y que servirá de bisagra entra la trilogía clásica y la nueva.
Nos olvidamos de Luke Skywalker y Boba Fett rápido y el fanservice que apela al fan más hardcore de Star Wars. Y nos lanzamos de lleno en un viaje para recuperar Mandalore y restituir el honor perdido de los Mandalorianos como si no hubiera un mañana escalando la escala de la serie a niveles nunca imaginados.
Este tercer año también ha servido para cerrar tramas pendientes desde el comienzo de The Mandalorian y siempre es bien que recurran a cerrar círculos.
¿Debería haber terminado The Mandalorian en su segunda temporada?
El final del segundo año de The Mandalorian hay que reconocer que dejó el listón por las nubes de Bespín. El sorprendente e inesperado regreso de Luke Skywalker. Nadie lo vio venir. La jugada de llevarse al pequeño Grogu para entrenarlo en la senda de los Jedis. Podría haber sido perfectamente un punto ideal para terminar la serie. Pero el camino siguió en el Libro de Boba Fett. Donde sin previo aviso. A mitad de la temporada. La serie del Cazarrecompensas pasó a convertirse en The Mandalorian 2.5 donde aparte de Din Jarin también volvimos a reencontrarnos con Grogu y el definitiva continuaron la historia allá donde la dejaron al final de la segunda temporada.
Por un lado evidenciando que todas las series de Star Wars están conectadas. Y por otro lado confirmando que las series empezaban a convertirse en piezas desmontables para algo mayor.
Cuando se estrenó la tercera temporada de Star Wars: The Mandalorian apenas se puede apreciar la elipsis narrativa que se marcan. Dejandonos a ciegas por más de dos años y de paso robándonos mil y una aventuras que nunca veremos.
La tercera temporada traiciona en cierto sentido el espíritu con el que fue concebida la serie abrazando más la trama horizontal y mitológica para dejar de lado las aventuras de chill, los episodios verticales, con aventuras semanales sin mucha trascendencia, para llevar a Mando y Grogu a una aventura mucho mayor y épica. Dejando de lado las aventuras semanales para ganar más peso en la grandilocuencia y épica.
Desde el comienzo de la serie sabíamos que una de las tramas más importantes era la de recuperar el trono de Mandalore y restituir el honor perdido reuniendo a las distintas tribus desperdigadas por toda la galaxia. Y que nuestro protagonista y Grogu iban a ser piezas capitales en la reconquista de Mandalore. Pero la sombra de Bo-Katan siempre ha amenazado al dúo protagonista durante toda la temporada. Quienes perdieron peso para que el resto brille y tenga mayor presencia. Mostrándonos que esto no sólo va de Din Jarrín y Grogu. Sino que va de Mandalore.
Mandalore
De hecho esta temporada podríamos haberla bautizado como La Mandaloriana y no desmerecer la serie para nada.
Esta tercera temporada también ha servido para cerrar tramas pendientes desde la primera temporada como la de Moff Gideon quien regresa para responder algunas preguntas y dejar otras tantas en el aire. Con clones de por medio para alegría de muchos. Ya saben. Nunca sabes que puedes esperar. La última temporada de Mandalorian también se nota que se encamina a esa película de Heredero del Imperio.
Ya que empiezan a plantar las semillas además de encajar la serie en la gran maquinaria de esta nueva saga galáctica televisiva. Formando parte de un engranaje de una pieza mayor ha sido bastante contraproducente para Mandalorian. Ya que siempre fue una serie que empezó sin grandes artificios ni mucho ruido. Y de repente nos encontramos con el percal.
Filoni sigue narrando su singular trilogía con Mandalore que empezó con The Clone Wars, Rebels y ahora sigue en Mandalorian.
Esta temporada también hemos visto el uso de dos ritmos diferentes. Ya que nos han ofrecido episodio que nos han dejado sin aliento mientras que otros podían pecar de anodinos por lo intrascendente de los mismos. Y es lo que ocurre cuando la escala de la historia mayor empieza a crecer a pasos agigantados. La historia vertical. Pierde fuerza. Magia. Hay episodios súper épicos mientras que otros son súper planos. Creando una disensión bastante considerable. Lo que en conjunto ha hecho que esta temporada quede bastante coja. No olvidamos que estamos ante una serie de televisión.
Como es habitual en el aspecto técnico la serie siempre muestra una salud envidiable y pioneros en la puesta en escena usando nuevas tecnologías. Hay que reconocer que esta temporada se ha notado más el valle de la temporada. Y la ausencia de Pedro Pascal. Ya sabemos que el actor no pisó ni un día el set de rodaje de la nueva temporada de Mandalorian. Y tampoco ayuda que el resto de protagonistas también vayan con casco.
Con la única que podíamos empatizar es Bo-Katan y recordemos que su papel parecía que iba a jugar un rol antagonista y finalmente la han convertido en co-protagonista. Y no seré yo quien me queje. The Mandalorian sigue estando a un nivel superior. En lo referente a lo técnico. Los directores logran marcar su propia personalidad a pesar de estar todo confeccionado con el mismo molde y logran delimitar su territorio permitiéndoles reconocerse.
La mejor historia de Star Wars más allá de la saga tradicional de los Skywalker.
Star Wars: The Mandalorian sigue regalándonos la que se podría todavía considerarse la mejor historia de Star Wars más allá de la saga tradicional de los Skywalker. Siguiendo la estela de las series de animación. A The Mandalorian le ha ocurrido exactamente lo mismo que aquellas. Y es que todas las series siempre han estado cortadas bajo el mismo patrón. Siempre empiezan con episodios de aventuras semanales, tramas verticales, que ofrecen condensado en un episodio lo mejor de Star Wars.
Pero cuando la serie empieza a crecer llega un punto que tienen que evolucionar y salir del bucle para abrazar la trama central y dejar claro el significado de la aventura de Star Wars por la que viven los diferentes spin-off de la franquicia. Y es que todas las series siempre han tenido que buscarse su lugar dentro del cosmos de Star Wars. Y eso sólo se ha conseguido en base al pico y pala. Trabajar la base y construir unos sólidos cimientos que aparte del intrínseco fan service. Tenga un poso más allá. Y sobre todo. Se sientan importante.
The Mandalorian sigue siendo una genial serie de aventuras que sabe jugar con la continuidad, incluso permitiendo guiños a la era de la República.
Pese a que Din Jarrin y Gorgu pasan a un segundo plano también nos regalan algún que otro momento inolvidable. Y permiten que sigamos explorando esa profecía del Mitosaurio… y es que todos sabemos que será Grogu quién consiga domar a esa bestia mitológica de Mandalore y provocará que el pueblo se réuna con más fuerza que nunca. No me cabe ningún tipo de duda. Grogu tiene mucho que decir.
Todas las semillas plantadas con mimo y esmero. Poco a poco van dando sus frutos. En la tercera temporada de Mandalorian se deja notar que ya pertenece a un ecosistema mayor.
El inexistente fan service o la falta de espectaculares cameos creo que también ha jugado una mala pasada a este año de la serie y es que ya nos habían muy mal acostumbrados. La verdad. Han jugado muy mal con nuestras expectativas. Y es que la serie no iba del cameo semanal. Y es que después del reencuentro con Luke Skywalker. ¿Qué esperar?
Mandalorian ha seguido siendo fiel a sí misma y ha continuado narrando su singular odisea para recuperar el trono de Mandalore con Din Jarrin, Grogu y Bo-Katan, convertido en el triunvirato de esa nueva saga galáctica. La Santa Trinidad.
Las misiones. Los episodios o incluso la soledad de la que disfrutaban DIn Jarrín y Grogu se cambian por combates rituales de las tribus. Misiones multitudinarias.
La tercera temporada de The Mandalorian ha marcado un nuevo salto del tiburón y ha logrado salir más que airosa. Cierto es que ha perdido frescura y originalidad. Pero sigue manteniéndose fuerte y sólida.
Esta temporada se siente como un cierre y un nuevo comienzo. Siempre sorprende lo que logran hacer a nivel narrativo. Y es que acaban y terminan. Siempre dejándolo todo más o menos atado por si las moscas.
The Mandalorian sigue siendo una de las mejores historias de Star Wars que nos ha regalado la nueva era de Disney.
Saben tocar las notas adecuadas para volver a emocionarnos y mantenernos en vilo semana a semana por Star Wars como si no hubiera un mañana. Y es que es innegable que Mandalorian ha vuelto a engancharnos y ha logrado que recuperemos la fe por Star Wars. Con sus claros y sombras.
The Mandalorian sigue teniendo suficiente fuerza como para sorprender a propios y extraños. Y estoy seguro que seguirá dándolo todo en próximas temporadas. Este es el camino.
¿Tú ya la has visto? ¿Qué te pareció?
