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Dientes de Sable. El adversario. Vuelve el mutante más peligroso del mundo

dientes de sable: el adversario

La era de Krakoa no ha sido benevolente con todos, y Victor Creed, Dientes de sable, acababa encarcelado. Y aún así no pudieron detenerlo

La nueva etapa de Jonathan Hickman al frente de los mutantes dio para buenos conceptos e historias. Las colecciones regulares han tenido sus altibajos, pero las series cortas han dejado algunas ideas potentes. Una de ellas es este Dientes de Sable. Un tomo en el que el más cruel y fiero de los mutantes vuelve a su aspecto más peligroso, no el asesino sin escrúpulos, sino el taimado animal que juega con sus víctimas.

Durante las primeras operaciones de la naciente nación mutante se llevaron a cabo varias operaciones poco éticas. Los más peligrosos fueron reclutados para asegurar el éxito de las mismas. Pero había una ley que no podían romper: No matar humanos. Dientes de sable la rompió y eso le costó su libertad. Se creó una cárcel solo para mantenerlo aprisionado pero eso no detuvo a Creed.

Victor LaValle es el guionista de esta nueva serie, comparte nombre con su personaje protagonista y espero que ningún instinto más. Dientes de Sable es una de las colecciones que menos esperábamos, pero que más ha sorprendido. Tanto por su idea, su desarrollo y ese final que nos retrotrae a épocas anteriores y a otros Creed que han existido.

El escritor describe a un Dientes de Sable encerrado pero no indefenso. Dentro de su cárcel es el rey del infierno, no busca redención, no quiere unirse a la sociedad krakoana. Y no habría pasado nada si lo hubieran dejado a su aire, pero ahora quiere venganza, quiere caos, e incluso desde su tumba es muy capaz de conseguir su objetivo.

Aparte del análisis de la personalidad sociopática de Creed.

LaCalle construye la duda moral sobre el dilema de una sociedad perfecta respecto a encerrar a sus miembros por crímenes que si bien son graves, no siempre están alejados de una naturaleza mutante. Y el orgullo de ser mutante es lo que hace fuerte a Krakoa. En una colección en la que esperábamos mucha mala baba y violencia, encontramos una duda moral y una revolución dirigida por un sociópata egoísta que une a un grupo con una idea que si bien es cierta y correcta, manipulada es una peligrosa premisa.

La serie no profundiza en debates éticos o morales, muestra lo que puede llegar a hacer el miedo, la ira y la falta de control. Dientes de Sable se aprovecha de todo ello y comienza su plan, mostrando ese aspecto que hace mucho que no veíamos, su inteligencia. En un escenario y con unos métodos que unen Hellraiser con un lavado de cerebro vemos cómo se erige como un Lucifer rebelde contra un falso Cielo.

Y para trabajarse todo esto tiene a un compinche ideal, Leonard Kirk. El artista mejora con cada trabajo y aquí disfruta de poder jugar con la imaginación de un psicópata y su forma de ver el infierno, o el infierno en el que encierra a otros. No es una serie de terror, ni lo pretende, Kirk cuenta una historia de luchas de egos, de revoluciones y de errores, y lo hace muy bien. Acción fantástica en un mundo irreal que acaba afectando al mundo real, y todo en una sola entrega.

Dientes de Sable acaba con un cliffhanger que abre el camino de una historia diferente de Dientes de Sable, una muy conocida pero que desapareció. Y de un mundo muy diferente que había que evitar, y de otros que arreglar. Este es el final de la serie, pero no de la historia.

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