Mucho han cambiado las cosas por Asgard desde que Thor hiciera su primera aparición en agosto de 1962. En plena Guerra Fría, el dios nórdico nació, al igual que otros muchos superhéroes de la época como Iron Man, de las cenizas del odio que despertó el comunismo entre la población estadounidense. Era la época de la caza de brujas, de la Guerra de Vietnam y del pánico nuclear. Nuevos superhéroes como Iron Man o Thor y clásicos como Superman y el Capitán América se erigieron como paladines del capitalismo frente a la amenaza bolchevique. Un claro ejemplo del paroxismo superheroico son los orígenes del hombre de hierro; Tony Stark se convirtió en Iron Man tras ser capturado por soldados comunistas (Tales of Suspense #39). El ‘playboy’ multimillonario se vio obligado a fabricar una armadura para poder escapar del yugo soviético. Que en la película de John Favreu de 2008 los comunistas sean sustituidos por señores de la guerra islámicos se debe únicamente al cambio de enemigo que ha sufrido durante las últimas décadas el Tío Sam.
El nacimiento de Thor no fue tan patrióticamente explícito y se debió a la más pura casualidad; en el número 83 del Journey Into Mistery, el tullido doctor Blake, de vacaciones en Noruega, se topó por accidente con un bastón mágico que le convertía en el hijo de Odín cada vez que lo golpeaba contra el suelo. Gracias a su recién adquirido don, Blake logró expulsar a los invasores de Saturno de la Tierra. Los saturnianos no fueron más que un aperitivo comparado con la oleada de enemigos comunistas que se le vendrían encima durante los números venideros. Ya en su segunda aparición, el doctor Blake viajó a la ficticia ciudad latinoamericana de El Diablo para combatir a una facción comunista dirigida por El Ejecutor, líder bolchevique con demasiada predilección por mandar a sus enemigos al paredón.
El siguiente número del Journey Into Mistery no dejó lugar a dudas respecto a las intenciones de los guionistas de la Marvel en convertir a todo un dios en el protector de los intereses ‘yankees’. En Thor, prisionero de los rojos, el dios del trueno investigó el aumento de deserciones de científicos estadounidenses a las filas soviéticas. Más adelante, el mismísimo Jack Kirby se pondría al servicio de Thor para guionizar el número 93 del ‘comic-book’. En dicho número, nuestro héroe se enfrentó al Hombre Radioactivo de la China comunista, el otro enemigo ‘yankee’, en pleno Nueva York. Kirby, creador del Capitán América, el más acérrimo defensor del ‘american way of life’, recreó en este número dos de las mayores preocupaciones de la población estadounidense de la época: el pánico nuclear y la Guerra de Vietnam.
Los ‘comic-book’ de Thor fueron evolucionando junto al panorama internacional y acabaron por desterrar el mito iniciático del doctor Blake. A partir de entonces, se confirmó que Blake en realidad siempre fue Thor, desterrado a la Tierra por su padre Odín y amnésico debido a su caída a la mortalidad. Una vez que Blake aprendiera a valorar debidamente la paz y la justicia volvería a convertirse en el dios nórdico. A pesar de este cambio, prevaleció la dualidad Blake-Thor, convirtiéndose en su alter ego mortal, en su talón de Aquiles. Tal era esta debilidad que si no sostenía su martillo Mjölnir durante más de 60 segundos, Thor se transformaba en el tullido Blake.
Sin embargo, esa dualidad fue totalmente anulada en los filmes protagonizados por Chris Hemsworth, a pesar de mantener, eso sí, el castigo divino infligido por Odín. De esta forma, en las películas, Thor es solo un dios al estilo de los antiguos dioses griegos quienes se levantaban y acostaban como tales. El dios nórdico se aleja así de la historia de Superman; en el cómic ambos eran dos seres divinos con una identidad mortal que les permitía alejar las posibles sospechas sobre sus verdaderas identidades. Tanto Clark Kent como el doctor Blake son exactamente lo contrario de lo que en realidad son. Nadie sería capaz de imaginar que un torpe e inadaptado periodista y un tullido y cobardica sanitario son en realidad dos titanes pertenecientes a otro mundo.
El conflicto amoroso que Blake mantenía con su enfermera Jane también era muy similar al que el héroe kryptoniano llevaba sufriendo con su también compañera de rutinas Lois Lane. Tanto Jane como Lois están perdidamente enamoradas de Thor y Superman aunque obvian que Blake y Kent están también locos por ellas. Ambos son dos hombres invisibles para sus amadas e incapaces de confesar sus tribulaciones amorosas por el mandamiento divino que los ata. El implacable Odín volvió a castigar a su hijo con la prohibición de tomar en matrimonio a una mortal al igual que Kal-El hiciera con Superman a no ser que se convirtiera en un anodino mortal. Dos caminos similares fueron los que también tomaron otros héroes Marvel claramente influenciados por los rayos solares de Krypton como Wonder Man o Shazam, ambos llevados a juicio por plagio. Parece que en Marvel aprendieron la lección con Thor y supieron alejarlo lo suficiente para que cualquier parecido con Superman pareciera remoto, lejano, y que finalmente cayera en el olvido.