Antes de la llegada del coronel Taylor a la tierra, antes de la caída en la barbarie de los humanos, la coexistencia era posible en ‘El planeta de los simios: La larga marcha’.
Nuevo acercamiento a la obra de Pierre Boulle, ‘El planeta de los simios’. Un mundo en construcción donde la guerra entre humanos y simios ha dado como resultado una sociedad mixta donde los descendientes de Cesar poseen el control y los humanos son siervos.
Interesante premisa la de adentrarnos en el pasado del planeta de los simios antes de la llegada del Coronel Taylor, el personaje de Charlton Heston en el clásico de 1968 , partiendo de las secuelas y sobre todo de aquella serie de televisión que establecía una coexistencia pacífica entre simios y hombres, entramos en un nuevo mundo. En él la sociedad distingue entre señores y siervos, casi de forma medieval, pero mantiene cierto estatus los humanos. Pero bajo la superficie el orgullo siempre existe y los hombres no quieren ser esclavos de aquellos que no son hombres. NO sólo hablamos de razas, también de las creencias que dan forma a la rebelión, la religión, la libertad, la juventud. Todo ello aderezado por un ambiente de revolución industrial, hablamos de la época donde más revoluciones de pensamiento se crearon, tanto liberal como obrero.
La historia de Daryl Gregory cuenta un ataque al poder establecido y el comienzo de una rebelión. Pero no solo de lucha armada, también dentro de los “supuestamente” superiores simios hay corrientes de pensamiento distinto. Los autoproclamados pacificadores no están tan lejos de aquellos a los que acusan de casi destruir el planeta. Las fábricas envenenan el agua y el aire, el camino que el humano empezó parece que el simio lo retoma poco a poco.
Aunque Gregory no entra en terrenos políticos ni religiosos nos muestra una historia eterna, la de la batalla por la libertad, a veces por una libertad mal entendida o impulsada por aquellos que no buscan esa nueva libertad sino una nueva forma de controlar a las masas.
La estética de la serie está basada claramente en los filmes, y añade el detalle de la bomba que adoraba cierta secta mutante en la segunda entrega. No es una reconstrucción de las antiguas ni una continuación de las nuevas, es en sí misma una nueva visión de este universo. De hecho es algo que necesitaba explicarse, como pasó todo de convivencia a dominio, como paso el hombre de ser racional a bestia.
Carlos Magno es un ilustrador detallista y en esta ocasión olvida mucho las sombras y muestra la época como un lugar de luz que poco a poco se va volviendo más gris según todo cambia. Aunque muchas veces se ha afirmado que es un poco estático en sus dibujos de rostros, en el caso de los simios su gestualidad está muy lograda. Espectacular y ameno, se lee de un tirón y esto es en gran medida gracias a Magno y su capacidad para no acumular viñetas con información innecesaria o para aumentar el espectáculo olvidando lo que se cuenta, todo está pensado para contar la historia, y cuando quiere ser espectacular tampoco le faltan medios, recordad su serie ‘Deathmatch’ con Paul Jenkins al guión.