El reloj del juicio final. La búsqueda de Manhattan resulta ser más compleja de lo que Veidt esperaba. Según lo ve, el mundo donde se oculta no es más complicado, es más estúpido que el suyo propio.
La serie secuela de Watchmen, El reloj del juicio final, adquiere velocidad y los héroes empiezan a encontrarse, también los villanos. Y el resultado es de todo menos predecible, payasos asesinos, oscuros vigilantes, genios tácticos, y dioses entre los hombres, y además, los gobiernos enfrentados en la nueva carrera armamentística, la de los superhombres.
La cárcel, el hospital, las calles, los escenarios oscuros y lóbregos definen este número de El reloj del juicio final, un ambiente malsano se respira por todas sus páginas. Y no solo eso, la historia empieza a plantear las cuestiones de forma directa, hay una guerra entre las potencias, se acusa a los USA de crear superhombres para defender su país, el resto de naciones reúne a los suyos en grupos, en ejércitos reducidos a unos pocos hombres, la guerra fría vuelve de nuevo a plantearse, el bloque del este amenaza al del oeste. Y su defensa es el mismo ataque de sus enemigos, ¿están construyendo súper armas en forma de superhéroes?
Con esto en mente el desarrollo en muchos escenarios en el número estira los diálogos y declaraciones de los héroes ajenos a la historia, el mundo se mueve mientras nuestros protagonistas buscan respuestas. Salvar dos mundos es ahora el objetivo, pero no todos quieren salvar vidas, porque traer villanos de un mundo a otro, tiene su coste.
Esta vez Geoff Johns acelera para traer el conflicto a lo que rodea la historia, amplia el horizonte de la serie, de forma muy ambiciosa, y la lleva a un tablero mundial. Pero no sale de las calles de Gotham y Metrópolis para desarrollar su historia, todo lo arreglaran o estropearan un pequeño grupo de personas, de un mundo o de otro, pero alguien, tienen que hacerlo.
Aunque es tal vez el número con más densidad de la serie, también es el que mayor número de escenas con todos los héroes. Lo que hace que no sea lento de leer, si no que se desarrolla con rapidez y deja claro todo el panorama. Johns es capaz de explicar mucho con pocas frases, y lo hace a través del medio preferido en Watchmen, la televisión. Omnipresente en toda la colección, cobra mucha importancia aquí por ser el escaparate del mundo, un mundo que va directo a una guerra, exactamente como el mundo de los personajes que crearon Alan Moore y Dave Gibbons. En este caso, hay más héroes, y no son armas nucleares, pero el legado es claro en la trama.
El dibujo de Gary Frank sobresale nuevamente, su dominio del contraste, de los negros, de la iluminación de las viñetas se impone. No es solo la basura que vemos en la ciudad, son las acechantes sombras que atenazan las escenas. Continúa con la estructura de paneles de Watchmen, para continuar imitando el tono de la serie original. Pero siempre deja la pregunta, ¿podría Frank con su estilo haber desarrollado una narración mejor? Nunca lo sabremos, pero verse atenazado por una estructura tan compleja de desarrollar, con tantas posibilidades, pero que encorseta mucho, puede llegar a ser duro para un narrador tan dotado como Frank.
No hemos llegado aún al meridiano de la serie, y ya hay preguntas de sobra, pero la acción acaba de empezar, porque todos los protagonistas han encontrado lo que buscaban, algunos para mal, otros para bien, pero ninguno esperaba que el desarrollo incluyera a dos chistosos, a un payaso y a un comediante. La teoría del caos se cumple, y Ozymandias ya no cuenta con un plan maestro, solo un esbozo que empieza a borrarse, y de paso, arrastrando a Batman, a Superman y a muchos otros, a lo que podría ser la Tercera Guerra Mundial.