En el tomo 12 de Fabulas. Los habitantes de Villa Fabula se preparan para la batalla con el Oscuro, y tendrá que ser de una forma épica y grandiosa, ¡Cómo un equipo de superhéroes!
Bill Willingham hace el enésimo giro de guión en la trama, y estudia el funcionamiento de los héroes en pijama, siempre con buen humor, y no dejando de la lado lo importante, que Fabulas es una historia coral de muchas historias.
Continúa la publicación de la edición definitiva de la gran obra de Bill Wilingham por parte de ECC. El tomo que suma la docena contiene dos historias que supusieron un punto de inflexión para la serie. El final de la guerra llevó a una situación de calma, rota por el Oscuro. Y el final del conflicto con el mismo deja varias grandes preguntas que responder. Una posición de gran responsabilidad libre, una Villa Fabula tétrica que repoblar, y un personaje que dará mucho que hablar en el futuro, que todavía es un secundario en este volumen.
Pero sin adelantar acontecimientos, todavía queda una guerra que ganar, contra un enemigo definido, y otro no tanto. Y aunque parezca mentira, el primero es muy conocido y habita entre las fabulas. Porque Gepetto no va a dejar pasar la oportunidad, creó un imperio, y pretende volver a ser soberano. En cuanto a la segunda amenaza, el enfrentamiento va a tomar un cariz interesante, o por lo menos rocambolescamente. Hay que formar un supergrupo de superhéroes, porque a los supervillanos los vencen tipos en mallas y frases rimbombantes. O al menos eso es lo que ponen los cómics de Pinocho.
Una parodia sobre los cómics contada en un cómic que trata sobre personajes ficticios de fabulas y cuentos, el origen de los cómics, un giro metalingüistico para poder deleitar a los fans de una serie, que cada vez que parece que decae, vuelve a elevarse con nuevas fuerzas. Pero no sólo de esta historia se compone el duodécimo volumen de Fabulas, porque tras un conflicto, hay bajas, cambios, y sobre todo, una posguerra en la que hay que tomar difíciles decisiones.
Cuando una serie supera el centenar de números suele pasar por muchas manos. En Fabulas no fue así, y Wilingham escribió la totalidad de la serie. Lo que muchos suponían acabaría en un agotamiento de la idea. Pero el autor es perro viejo, y sabe que la idea siempre tiene que cambiar, evolucionar, que contiene muchas historias, muchos personajes, y que ha dejado pólvora en varios escondites para dar un par de cañonazos mas. Vamos, que a pesar de algunos bajones, la serie aún tenía vida de sobra, y mucho que contar.
Poco podemos contar del estilo de escritura y del dibujo de la serie. Mantiene su ritmo, siempre atento a lo que cuenta, y con detalles en lo que muestra. A pesar de la entrada de autores gráficos para apoyar a Mark Buckingham, no decae el estilo. Trazos limpios para contar historias fantásticas en mundos reales. Solo si la historia lo pide varía la narración artística. Como en los momentos que el Oscuro domina la serie, con mayores sombras y oscuros, menos grises, sin difuminados, porque es negro, es el mal, sin medias tintas.
Ya son 12 tomos, hemos pasado el centenar de números y la serie ha tenido mejores y peores momentos, pero lo que siempre ha conservado, es la fantasía, la cercanía, y ese tono que parodia la realidad con personajes de ficción, usando elementos ficticios para hablar de temas reales, y es ahí donde siempre ha triunfado Fabulas, en que puede tener acción, magia, superpoderes, pero siempre tiene un pie en las relaciones humanas, en la inutilidad e la guerra, en los grandes temas de la vida, el amor, el honor y el dolor, y por eso, ha sido, es, y será una de las series recordadas por los aficionados, porque es una fantasía real, o una realidad fantaseada, que nos llena en cada lectura.