Marvel deja las riendas de Fantastic Four en manos de Ryan North con dibujos de Iban Coello, tras una etapa con altibajos de Dan Slott que terminó cogiendo fuerza en su tramo final, una vez se incorporó R. B. Silva como ilustrador de la colección.
Marcando la línea
Siempre he sido muy fan de Fantastic Four, el primer episodio que tuve entre mis manos pertenece a la etapa de John Byrne. Incluso en el momento en que menos comics compré en mi vida me mantuve fiel a la etapa de Tom DeFalco y Paul Ryan, mientras Comics Forum nos la traía primero en sus tomos recopilatorios y después en tomos tipo tradepaperback agrupando diferentes sagas, hasta que llegó Onslaught y todo se quedó listo para volver a empezar.
Así llegó el conocido como Vol. 3 de Fantastic Four, iniciado por Scott Lobdell y Alan Davis, pronto sustituidos por Chris Claremont y Salvador Larroca, también español, como Coello, y que ya había tenido la oportunidad de dibujar a los imaginautas durante el retorno que se produjo de la era de Heroes Reborn (que fue el Vol. 2), aunque se trata de una miniserie ajena a la colección principal.
Podríamos pensar que el privilegio de ser el primer artista patrio que se ocupo de los Fantastic Four fue del valenciano, primer ganador del Premio Eisner de nuestra nacionalidad, pero los últimos números del primer volumen de la colección ya habían recaído sobre el otro gran pionero en eso de dibujar para el otro lado del charco, el gaditano recientemente fallecido y muy recordado Carlos Pacheco. Fantastic Four #415 y #416 llevaron su firma. Posteriormente hemos podido ver a otros autores nacionales prestar su arte a Los Cuatro Fantásticos, pero el camino que ha terminado llegando hasta Iban Coello lo ha marcado este pequeño resumen de los que fueron los primeros, allá por mediados de los años noventa del siglo pasado.
Nueva etapa y sorprendente comienzo
Cuando un número uno cae en nuestras manos esperamos ver a todo el elenco protagonista al frente de la trama. Lo primero que nos llama la atención en esta nueva de Fantastic Four es como North y Coello destacan en una historia de Ben Grimm, La Cosa, y Alicia Masters. Sin duda estamos ante algo nuevo, algo diferente (All-New, All-Different) muy habitual en la propia Marvel, pero que muchas veces no resulta tan fresco como ver interactuar al Sr. y la Sra. Grimm con un pueblo supuestamente desaparecido en 1947 sin ninguna explicación y cuyos terrenos se vendieron para actividades agrícolas en los setenta. Un pueblo fantasma que se presenta ante ellos como si nunca hubiese pasado nada. Y sin saber que está pasando con el resto del cuarteto en ese momento, siendo conscientes de que el viaje de Ben y Alicia no es fortuito.
La resolución de semejante historia de suspense no deja a un lado el humor pero sobre todo ahonda en el sentimiento que más de cabeza nos trae a todos habitualmente, el amor. La sensibilidad con la que se trata todo puede incluso dejar caer alguna lagrimita por nuestras mejillas, es realmente tierna la resolución de la historia del bueno de Sandy y como al final la intervención de La Cosa, pero de Alicia en mayor medida, consiguen que el hombre que provoca toda la situación recupere los mandos de su vida y permita que sus vecinos continúen con la suya. Un ejercicio de belleza sublime, una oda a dejar fluir para encontrar nuestro lugar en el mundo, quizás uno mejor del que alguna vez podamos desear o soñar.
Inicio esperanzador
Partir de un misterio que se va desgranando a partir de una fortuita visita al estado de Pennsylvania, basado en la propia relación de los Grimm, con sus altibajos pero con una dosis de amor que es como el mejor de los pegamentos, inicia una nueva etapa que va a sorprender.
Tras echar un vistazo al resto de páginas de las dos grapas que han seguido a este número uno, estamos deseosos de alcanzar la edición española de la misma (prevista para principios de marzo), un Volumen 7 que promete desde la primera viñeta, que nos ha dado un vuelco a la forma de entender un comic de superhéroes, un ejemplo de cómo un trabajo bien hecho puede convertir un producto de consumo para el entretenimiento en una obra maestra tocada por una mano divina.
Ryan North consigue en 32 páginas alcanzar el nivel sublime nada más empezar. A sus 39 años ya puede presumir de premios como el Eisner por partida doble o el Harvey, también repetido. Su primer gran éxito le llegó de la mano de Adventure Time (lo que por nuestras tierras conocemos como Hora de Aventuras), cuya versión en comic contó con sus guiones.
Iban Coello ya lleva varios años cediendo su trabajo a Marvel de forma regular. Su paso por Masacre y Los Mercenarios le lanzó al estrellato y desde entonces hasta se le ha dado la oportunidad de ilustrar un evento de la editorial, La Edad Oscura. Ahora en Fantastic Four, aporta un dibujo detallado y repleto de composiciones que pasan del movimiento al estatismo con gran destreza, llevando la fluidez y el centro de atención de cada viñeta a donde el ojo tiene que mirar en cada momento. Un gran inicio para la colección que supuso el inicio de todo el Universo Marvel… hace ya más de sesenta años.