La editorial Cascaborra, especializada en cómic histórico, presenta Flandes 1566-1573: Castigo y Guerra, el inicio de la Guerra de los 80 años en la piel de un soldado de la época.
Antonio Gil ha desarrollado en cuatro entregas una descripción fiel y a la vez cercana de lo que fueron las intrigas políticas y las batallas de la que para muchos fue el principio de la caída del Imperio Español. La guerra de Flandes es una de las grandes leyendas negras usadas por las naciones contra España. Como toda guerra religiosa elegir bando era demonizar al contrario, y de paso encubrir luchas entre los poderes de las tierras en cuestión.
Quizás el Duque de Alba fuera un hombre cerril en su fe, fiel a su monarca y gustoso de la disciplina, pero también fue un general brillante, que no abusó de su poder tanto como los anglosajones y sus cronistas gustan de relatar.
Y mientras nos relata la participación del Duque en la guerra, el autor nos presenta en Flandes 1566-1573: Castigo y Guerra, un grupo de veteranos de diferentes niveles sociales para presentar la hermandad de los soldados y sus penurias. Los Tercios españoles tenían fama de invencibles, pero para que eso fuera cierto muchos hombres murieron o acabaron mutilados. La vida del soldado era de las más duras, no solían ser largas, y no siempre estaban bien recompensadas.
Así, a través de los ojos de veteranos que conocen la guerra ganamos un aspecto cercano del pensamiento de la época, tan alejado del nuestro que puede sorprender que algo como la religión sea una causa tan poderosa. Las guerras de religión hoy en día son historia, los conflictos son políticos, sociales y económicos, los credos diferencian bandos (fanáticos religiosos hay en todas las creencias) pero pocas veces definen un conflicto de la forma que lo hacía en el siglo XVI.
El terrorismo religioso no presenta un frente claro como en aquel entonces. Y la forma de hacer la guerra ha cambiado tanto que nadie se plantearía el envío de misivas antes de las batallas.
El arte de Gil en Flandes 1566-1573: Castigo y Guerra, evoluciona y gana plasticidad con los tomos, los diálogos aumentan para exponer las situaciones políticas para ahorrar largos textos explicativos. Hay tanta corrección histórica en ropajes, armas y armaduras así como heráldica y formaciones militares que casi puedes sentir las horas de documentación.
Quizás en las secuencias de acción en Flandes 1566-1573: Castigo y Guerra es donde el cómic baja un poco, al no ser necesaria su extensión no posee toda la fuerza que podrían tener. Una carga de caballería en pocas páginas acaba siendo una exposición de la operación en batalla y no una escena de acción, lo que subraya la condición documental del cómic. Se podría haber potenciado estás escenas para que los personajes crecieran dramáticamente, pero la extensión que posee no permite estos ajustes.
En la tetralogía Flandes Rebelión y Orden, Orden y Castigo, Castigo y Guerra y Guerra y Caos, podemos comprender todo esto a través de la experiencia de unos soldados que ven cómo transcurre la guerra a su alrededor, como una tierra puede ser hostil para aquellos que consideran ocupadores.
Hay muchos paralelismos con la actualidad, y usar esa historia de un veterano que ha perdido su guerra mientras el conflicto continúa acerca todo esto. Unido a la lección de historia que es esta serie de cómics, dota la lectura de algo más que un relato documental.