Última gran saga de Flash antes de su reinicio con Simon Spurrier. Toda la familia velocista se enfrenta a todo un imperio que controla su propio poder: la Fuerza de la Velocidad.
El colofón de la época de Jeremy Adams al frente de la serie del velocista escarlata llega en La guerra de un minuto, un arco que reúne a todos los miembros de la familia Flash en un conflicto que transcurre entre segundos, fuera de la vista de la gente común. La Fracción, un imperio alienígena usa su acceso a la fuerza de la velocidad para conquistar mundos, el siguiente: la Tierra. Sólo los velocistas pueden ver lo que ocurre ¡ y están solos frente a un ejército!
Jeremy Adams ha recuperado gran parte de la relación de toda la familia Flash en su estancia en la serie. También ha aportado algunas nuevas uniones con personajes nuevos de la última generación de héroes DC. No ha sido la más brillante de las etapas de Barry, Wally y compañía, pero ha resultado entretenida y ha dejado algunas buenas ideas, queda el epílogo y el especial 800 para despedirse. Y después Simon Spurrier será el encargado de continuar la larga carrera de los Flash.
Pero volviendo a la saga que nos afecta, Adams usa un poema de Rudyard Kipling, titulado Sí, para desarrollar varias ideas: el eterno minuto, el recorrer el espacio que puedas en 60 segundos, ideas que en el poema original hablan de un padre que le cuenta a su hijo que vivir es ir paso a paso y hacerlo todo a pesar de las dificultades. El guionista lo convierte en una guerra, en una invasión que solo los que saben lo largo que puede ser un minuto ven y pueden combatir. El destino de la Tierra vuelve a estar en manos de los velocistas y como bien sabemos, nunca se rinden.
Un crossover que no es un crossover
Es una saga de la colección de Flash, pero su estructura es la de un cruce de varias series. Cada entrega pertenece a una parte de la familia y su misión dentro de la guerra. Veíamos las grandes pérdidas de Barry, la relación del Wally actual con Bart, el crecimiento de los hijos del primer Wally o la decisión de Max Mercury de volver a su vida como estudioso de la fuerza de la velocidad. Cada uno tenía sus páginas y su parte en la aventura, como si de un paseo por todas las series de los Flash se tratara, pero solo hay una serie de Flash.
Esta estructura hace que el evento resulte atractivo como conjunto, pero es un arco argumental de una sola colección, así que en tomo no desentona, pero mesa mes resulta lenta y falta de fuerza. Hay buenos cliffhangers entre capítulos, pero está diseñada para saltar de un personaje a otro y estos quedan apartados hasta su resolución mucho más adelante, lo que les resta bastante del impacto inicial.
Dibujos luminosos y brillantes para héroes que echan chispas
La lista de dibujantes es extensa y el estilo se mantiene con autores que sobre todo son luminosos y definidos. Destacan los capítulos en los que los más jóvenes (Impulso, Kid Flash o Iris West) son protagonistas en un estilo más “cartoon” que les da un punto de simpatía elevado. Los diseños ci fi de la Fracción los acercan mucho a las especies más tecnológicas de DC, como pudieran ser controladores o kunhnds, pero más variados y siempre intentando tener un aspecto de velocidad o energía en sus trajes, se agradece ese detalle en los secundarios.
Flash La guerra de un minuto es un buen cierre para Jeremy Adams, que no deja una mala época, pero tampoco una etapa brillante. Es un blockbuster palomitero que no marca la serie y permite a Simon Spurrier empezar desde cero cerrando todo lo que quedaba y estableciendo un status quo muy cercano al regreso Barry Allen hace años. Tabula rasa para los que vienen.