Con el reciente estreno de Capitana Marvel, la fábrica de superhéroes Marvel vuelve a estar en boca de todos. Y es que la película desde el punto de vista crítico deja mucho que desear. Tenemos una factoría de películas sin alma y con la mera intención de venderse solo como un producto.
Las películas se encargan desde el principio de decirte de qué palo van. En Capitana Marvel, por ejemplo, se repite cada cinco minutos que una mujer también puede ser poderosa. Eso ya lo sé, no lo repitas tanto. O en Deadpool, sabemos desde el principio que romperá la cuarta pared cada dos por tres y hará bromas tontas. O como las películas interminables de Spider-Man, el emblema de Marvel. Todas iguales, sin nada nuevo que ofrecer excepto quilos y quilos de merchandising y muchas palomitas en los cines.
En los cines, apuestan fuerte por estas películas
Conozco gente que ha querido ir a ver la nueva película sobre Van Gogh y les han dicho que la han cambiado de horario porque Capitana Marvel recauda más dinero. Me ofende. También comprendo que a la gente le gusten las películas de Marvel, te entretienen durante dos horas, te ríes y algunas te emocionan, pero sales del cine y te quedas tal y como estabas, no te ofrecen una moraleja que te reconcoma, o que te haga pensar. Simplemente ves muchos efectos especiales, tramas más básicas que un palillo, predecibles y sosas.
Con esto no quiero decir que sean malas películas, quiero decir que nos las venden como si fueran obras maestras, películas que merecen ser recordadas para la eternidad, pero que realmente solo son películas palomiteras que salen tres o cuatro al año para vender y solo vender. Es cierto que tienen un universo tejido de una manera muy inteligente, original y creativa en la que todas las películas tienen un punto de conexión, pero no es suficiente. Espero, algún día, ver alguna película Marvel que merezca la pena y puede criticarla positivamente.
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