Nuevo artículo de opinión en la columna semanal de Doc Pastor llamada Impresiones de un traidor. Esta semana: «Me cansa tanto CGI». ¿Y a ti?
Hace unos días mi pareja me propuso ver ‘La momia‘, la versión de 1999. No fui al cine en su día y tampoco había coincidido con ellas en los muchos pases televisivos que ha tenido, no solo esa entrega, también la segunda y tercera parte.
Así que me hice con la trilogía y nos sentamos a disfrutar. Me sorprendió lo bien que había envejecido la primera de ellas desde finales de los noventa que se estrenó. Seguía funcionando bien, era divertida, dinámica, llena de aventuras y hay que reconocer que la química de los protagonistas era palpable, además de ese avieso villano que logra meter el miedo en el cuerpo y hacer que temas por la vida de los héroes.
Los efectos seguían aguantando, coleaban en algún momento pero en general el paso de los años no les había sentado muy mal. El CGI se usó con sentido común, siempre al servicio de la trama y no como el centro de ella, combinando también con el trabajo tradicional y llevando siempre al espectador por la emoción de un Indiana Jones modernizado.
Al término de esta propuse poner la segunda, ya que ambas películas realmente conforman parte de la misma historia y es en esta secuela en la que se cierra por completo lo narrado en la entrega iniciática. Reconozco que en mi recuerdo estaba el día en que la vi en el cine y lo mal hecho que me pareció ya en aquel momento (¡HACE QUINCE AÑOS!) la versión digital de The Rock en su papel del Rey Escorpión.
No había mejorado claro. En este caso no fue por culpa del tiempo, ya coleaba en su momento (y mucho), al igual que el ejército de Anubis que parecían más sacados de un videojuego que otra cosa. Aquí no se acertó, no se usaron los efectos digitales con tan buen tino como se hizo en la primera parte y aunque durante parte del filme esto no afecto mucho, llegó la recta final y se les fue de las manos.
Peor fue en la tercera (y olvidable) entrega. Aquí se sigue el hilo de las anteriores, pero con un hijo adulto (en la segunda era un niño y servía de elemento cómico) que entorpece la trama más que hacer que brille, pasando de dos filmes de aventura por aventuras a una defensa de la importancia de la familia y encima repitiendo lo mismo que ya se había visto en la primera y la segunda parte. No nos engañemos, realmente son la misma película con algún cambio.
El Emperador Dragón. De nuevo una figura histórica real, como Imhotep y el Rey Escorpión, convertida en un aterrador ser maldito y anti natural, y de nuevo un problema con el exceso de trabajo digital que ya se notaba en el momento de su estreno, y que otra vez se iba de madre en el tercio final.
Sí, lo mismo que le sucede al DC Extended Universe, que en las batallas finales de sus películas se les va el ordenador por todas partes y no para bien. No de una forma creíble o que no te distraiga de lo plástico que es la que llena la pantalla. No solo a ellos, en las de Marvel Studios también pecan de lo mismo en más de una ocasión y lo único que se logra es que al poco tiempo de su estreno (no más de un par de años) hayan envejecido un montón.
De hecho es que me sorprendió que la primera de ‘La Momia‘ lo hubiera hecho mejor que sus dos secuelas, es lo que tiene la fiebre del CGI. Me remito a las palabras del mítico Rick Baker:
«En primer lugar, el CGI se ha llevado por completo la parte de los animatronics que hago. También está empezando a quedarse el maquillaje. Es el momento adecuado, tengo 64 años, y el negocio es una locura ahora mismo. Me gusta hacer las cosas bien, y ellos las quieren baratas y rápidas. No es lo que quiero hacer, así que he decido que es hora de retirarme«.
Y cierro con este artículo de Xataka: El CGI está envejeciendo muy mal, y estas imágenes lo demuestran.