Se estrena este viernes 7 de noviembre la última película de Christopher Nolan, Interstellar, que nos propone su proyecto más filosófico, desde una base científica se encuentra recubierta de ciencia ficción y aventura.
Han pasado dos años desde que Nolan diera por terminado su affaire con Batman (y con los superhéroes en general, según recientes declaraciones) y buscase nuevas metas y objetivos. Una vez obtenido el respeto de la crítica y el respaldo del público, cualquier cinta suya levanta gran expectación, y más si cabe si hablamos de un proyecto sobre ciencia ficción y viajes espacio-temporales. A esto, hay que sumarle un reparto espectacular encabezado por Matthew McConaughey, Michael Caine, Anne Hathaway, Jessica Chastain, Matt Damon y Casey Affleck en ‘Interstellar’.
De esta forma, el realizador británico demuestra que sus propuestas siempre serán enormes, sus proyectos grandilocuentes y su forma de trabajar siempre gozará de una minuciosidad y estilo propios inherentes en cada plano, diálogo o secuencia de Interstellar.
Christopher Nolan es un cineasta que piensa a lo grande, rueda a lo grande e imprime su particular sello a sus obras, por lo que esta nueva película conseguirá separar aún más a sus defensores de sus detractores, puesto que ‘Interstellar’ es Nolan en estado puro, con su pulso y genio al rodar, pero también con su parsimonia a la hora de desarrollar la trama, con un metraje excesivo que coge demasiada carrerilla en su recta final, y que puede representar la única china en el zapato de una película que sabe alimentarse de sí misma, aprovechar su excelente propuesta científica y fusionarla con una aventura épica de ciencia-ficción.
Puede que no sea el trabajo más redondo de Nolan, puesto que ‘El caballero oscuro’ funcionó como un reloj suizo. Sin embargo, ‘Interstellar’ puede equipararse a grandes clásicos de las aventuras espaciales como ‘2001: Una odisea del espacio’ y ‘Gravity’, pero también encontrar su propio camino. Así pues, esta aventura de un padre que busca salvar el planeta Tierra, no por la especie humana, sino por sus hijos, lo enfrentará con el resto de científicos, que ven más allá de sus vidas y buscan que la Humanidad no se extinga, encontrar un nuevo mundo en el que formar una colonia.
Así las cosas, Nolan nos presenta un relato sobre la supervivencia y el amor en una lucha despiadada contra la extinción, donde elementos científicos como la gravedad, el espacio, el tiempo y los agujeros negros se introducen de forma homogénea en una trama que nos cuenta cómo una serie de plagas y tormentas de arena y polvo están arrasando la Tierra y todo alimento, por lo que la Humanidad por fin es consciente que nunca llegó a someter al planeta a su merced, sino que la mayor fuerza del planeta es la propia naturaleza y ya no nos quiere allí.
Así pues, la NASA en secreto ha elaborado un exhaustivo y ambicioso plan para encontrar un planeta habitable, a través de un agujero negro que ha aparecido cerca de Saturno. El piloto Cooper (McConaughey) deberá dejar a su familia y a su granja y guiar a los científicos en este viaje de exploración por el espacio, sin muchas esperanzas de volver.
Por todo ello, Nolan nos relata durante prácticamente tres horas esta epopeya espacial, este relato que aunque parezca dirigirse a explicar asuntos científicos, sólo los utiliza de puente para mirar más allá, y buscar en el corazón del hombre y desnudarlo hasta encontrar sus elementos más primarios, sus instintos más significativos. Así pues, nos encontramos en una lucha entre la supervivencia de una especie y la supervivencia de la persona como individuo durante todo el metraje. En esta lucha, entrará con fuerza valores tan fundamentales como la ética, la moral y el amor, donde este último resulta el más primordial de todos.
Así pues, el realizador británico nos propone su película más arriesgada, con una aventura épica envuelta en dilemas filosóficos y morales en donde prima la lentitud con los que lo proyecta, por lo que más de uno se sentirá decepcionado ante la ausencia de muchas escenas de acción. Eso no quiere decir que la película no sea vibrante y emocional, no quita que no aporte sus momentos de tensión y acción, pero se evidencia que se trata de una cinta más personal que las de encargo que elaboró para Warner con la trilogía de El caballero oscuro.
Por ello, para despertar más interés durante la cinta, nada como ver en pantalla al actor del momento, el mismo que ganó el Oscar a Mejor Actor Principal por Dallas Buyers Club y se ganó el respeto de los seriéfilos con True Detective. A ello también ayuda una Jessica Chastain imparable, en estado de gracia, que consigue resultar aún más creíble una historia que no importa realmente si su trama científica no hay por donde cogerla, puesto que sólo sirve de trampolín para conseguir desnudar emocionalmente al ser humano.
En resumen, nos encontramos ante una propuesta diferente, una cinta que entusiasmara a los amantes del cine de Nolan, pero que aportará las suficientes bazas como para que se ceben sus detractores. Esto es debido a que la película tiene grandes raciones de épica, aventura, ciencia ficción y dilemas morales y filosóficos; pero también destila la grandilocuencia, la actitud pretenciosa de su autor y un discutible tramo final. De esta forma, Nolan se nutre de la genial banda sonora de Hans Zimmer para cimentar su paranoia temporal, para reinterpretar los valores básicos de la ciencia, la ficción y el ser humano.