El actor James Marsters, que interpretó a Spike en Buffy, cazavampiros, ha revelado las secuelas que le dejó una escena.
La serie Buffy, cazavampiros (1997 – 2003) sigue dando de qué hablar 20 años después de su final. Ahora, el actor James Marsters revela en RT cómo le afectó la escena en la que agrede sexualmente al personaje Sarah Michelle Gellar en el episodio 19 de la sexta temporada titulado Seeing Red.
«Esa fue la experiencia aplastante sobre la que quería escribir. Creo que, debido a que Buffy es una superheroína y era totalmente capaz de lanzar a Spike a través de una pared, podrían cambiar los sexos. El punto que estaba tratando de hacer cuando leí ese guión era que todos los que miran Buffy son Buffy, ese es el truco de contar historias… Cuando veo Buffy, soy Buffy. Y las personas que miran a Buffy no son superhéroes. Así que les haré esto. No puedes cambiar los sexos de estos personajes y no tener retroceso, tendrá consecuencias no deseadas».
«La otra cosa es que estaban muy frustrados porque no pudieron convencer a la audiencia de que dejara de animar a Spike, no querían que la audiencia dijera: Spike y Buffy para siempre, eso no es lo que buscaban. Seguían haciéndome hacer cosas cada vez peores tratando de que la gente se diera cuenta».
«Incluso Spike en un momento dice: Hola chicos, soy malvado. Debido a que la audiencia se negó a hacer eso, finalmente aterrizaron en esa escena. Seguían haciéndome hacer cosas cada vez peores y finalmente dijeron: Está bien, solo vamos a hacer que le haga eso a Buffy, como si no hubiera nada más que tengamos que va a hacer este punto. Esa fue otra razón por esa escena». Dijo James Marsters.
Fue un momento muy duro para el actor.
«Cuando sepas esas cosas, tal vez te informará cómo reaccionas ante esa escena. No sé si eso significa que fue lo correcto. Sé que no parece envejecer bien, pero lo que quiero que la gente sepa es que no fue una decisión arrogante. No fue solo como: Oh, bueno, estas cosas están bien y podría ser sexy y picante si hacemos esto. Eso no era lo que los escritores estaban pensando en absoluto».
«Fue muy bien considerado y venía de un buen lugar. Fue el día más duro de mi carrera profesional, me mandó a terapia. Me derrumbé en el set, ni siquiera podía hablar, estaba temblando. Ese fue un día horrible… Cuando llegó el guión, me contrataron para hacer cualquier cosa que le dijeran a cualquiera que le dijeran que lo hiciera. Me obligaron legalmente a hacer esa escena. Probablemente no fue divertido de ver, pero tampoco fue divertido de filmar». Concluyó James Marsters.
