Jock toma los mandos en esta obra en la que Batman se enfrenta a todas las bandas de Gotham para llevar a un súper criminal a prisión.
Batman. Un caballero oscuro. La misión de trasladar a E.M.P.
Una noche para trasladar a E.M.P. de Arkham a Blackgate. Una carrera contrarreloj. Una ruta impuesta por una lucha política. Batman se prepara para lo peor. Pero ni en sus planes entraba el caos absoluto que podría crear un apagón en la ciudad con los índices criminales más altos del país.
El estilo visual de Jock
Todos conocemos a Jock como dibujante, con su estilo sucio y directo lleno de manchas de tinta, anatomías extremas, enfoques aberrantes y dinamismo extremo. Y su estilo al escribir no podía ser muy diferente. Seco y enfocado a la acción, manteniendo la tensión constante, los personajes se definen por sus acciones, busca que los diálogos repartan leña. Eso deja una obra que tiene poco subtexto, la corrupción de Gotham o el sentido de la responsabilidad sobre la ciudad de Batman son omnipresentes en cualquier cómic del murciélago, busca una carrera a toda velocidad en un escenario de pesadilla donde la voluntad se impone a los obstáculos.
Alfred como guía y el caos en Gotham
Con Alfred (recordemos que el sello Black Label permite a los autores trabajar cuando quieran lo que permite moverse a través del canon como deseen) ejerciendo de Pepito Grillo y de guía de Batman, el detective persigue al fugado criminal a través de unas calles sin luz y en las que el salvajismo humano despierta. E.M.P. multiplica el efecto al absorber energía y acercarse a la masa crítica. Mientras, Gordon y la policía intentan controlar el caos que la fuga ha producido. Una fuga fruto de un movimiento político, de una mujer que no olvida su rencor y aprovecha un sistema corrupto para su propio beneficio.
La acción como protagonista
Todo eso deja una obra en la que la estética prima sobre el contenido. Se cuenta la historia del traslado y la fuga con la subtrama policial de forma paralela, pero siempre se impone la batalla de la ciudad para mantener un ritmo demencial en el que las páginas se llenan de viñetas rompedoras y cinéticas.
Jock: una excusa para dibujar acción
No sé puede evitar pensar que Jock busca cualquier excusa narrativa para dibujar lo que le gusta, y lo hace muy bien. Un caballero oscuro se lee de un tirón, es un chute de adrenalina donde los pequeños respiros que da la trama policial sirven de antes alas para más páginas de acción. El artista se impone en muchas ocasiones al narrador, y el lector gana. Es una obra para admirar, la lees una primera vez y después la repasas solo para poder embobarte en el arte.
Un caos visual perfectamente controlado
Jock aplica lo que sabe dibujar a su historia, de forma que vemos lo que más le gusta y mejor se le da, la acción. Con muchísimos negros y suciedad remarca la situación caótica de una ciudad a oscuras mientras las llamas de los disturbios producen la luz para ver el efecto de ese caos.
Una obra notable en cuanto a su arte pero que en cuanto a su idea principal no crea, ni inventa, nada nuevo. No busca revolucionar la industria, solo dejar una buena historia de Batman llena de acción y adrenalina.