Panini continúa ofreciendo la nueva serie basada en Kick-Ass dentro de su sello Evolution. Patience Lee, ex-militar y madre de dos hijos ha tomado el control de parte de la organización criminal de su ciudad, es el momento de ver si ha mordido más de lo que puede tragar.
La creación de Mark Millar y John Romita Jr. dio un giro importante ante esta nueva encarnación de su personaje pero ahora incluso deja de estar bajo su influjo creativo. El testigo ha sido pasado al guionista Steve Niles (estadounidense, 1965) y al dibujante Marcelo Frusin (argentino, 1967) y aunque pudiéramos pensar en un cambio drástico que pudiese afectar a la serie estamos ante todo lo contrario. Quizás sus nombres no suenen entre el gran público pero hablamos de autores importantes con grandes trabajos anteriores. Niles es el creador de 30 días de oscuridad y actualmente también está triunfando con The October Faction, adaptación a serie de Netflix incluida. Por su parte Frusin tiene una dilatada carrera en el sello Vértigo de DC Comics colaborando con autores de la talla de Warren Ellis o Brian Azzarello.
La historia de Patience continúa en el mismo punto en que lo dejamos en el anterior tomo, que recopilaba los primeros seis números de su andadura con el traje que popularizara Dave Lizewski. Ahora, en un arco que abarca los siguientes seis números de la colección, la nueva Kick-Ass pretende seguir avanzando en su lucha contra el crimen desde dentro, con sus propios secuaces, muchas veces sin importarle los medios mientras se alcance el fin. La visión de la señorita Lee nos presenta, por momentos, su actividad “heroica”, como un trabajo nocturno que ayuda a pagar las facturas de su casa a final de mes pues sigue ejerciendo como un soldado dentro de su nueva vida como civil, con el sueldo que debería percibir como tal a cargo de su organización delictiva. Y lo sigue compaginando con su trabajo de camarera, el cuidado de sus pequeños y la pretensión de estudiar una carrera universitaria. Esta mujer no duerme.
Fuera de todo eso, este nuevo arco argumental nos sitúa ante la duda que genera caer en la tentación de coger un poco más de dinero para seguir sobreviviendo. Recordemos que los beneficios que obtiene “robando” a los criminales los utiliza para donaciones a caridad o para ayudar a los más necesitados, entre los que ella misma se encuentra. Patience no siente estima ni piedad por aquellos que causan dolor con sus negocios turbios pero por los inocentes su postura es diametralmente opuesta. Su gran corazón y cariño por los suyos hacen que anteponga sus propios intereses por el bien de los demás, humaniza su figura y trasciende a su papel bajo las mallas verdes. Un Kick-Ass que dejó sus porras a un lado para abrazar las armas de fuego y el combate cuerpo a cuerpo sin armas.
Niles nos ofrece un retrato de los bajos fondos de Nuevo México donde el nuevo rival de Kick-Ass puede resultar un hueso muy duro de roer, sin escrúpulos y con tácticas más elaboradas y complicadas de superar. El fuerte entrenamiento militar de Patience es un arma a su favor y su experiencia propia en el campo de batalla una opción a tener muy en cuenta. Frusin por su parte realizar una labor donde juega con los ángulos de visión, dando un soberano volumen a las formas aplicando fuentes de luz y brillos sobre las superficies de cualquier elemento, contando con luces artificiales de entornos cerrados o los fogonazos de las armas al disparar, por citar algunas.
Este reinicio de Kick-Ass se traduce en una lectura ágil y entretenida, que nos hace pasar por las preocupaciones de una mujer, que en su viaje hasta el infierno de la necesidad económica, ha sabido encontrar en el crimen una solución para cubrir sus necesidades, pero sobre todo las de muchos otros que comparten su situación.