Panini recupera al completo la última etapa de Chris Claremont en la Patrulla X. El creador de la mayoría del universo mutante regresaba en una época difícil, y salía airoso
La colección Must Have de Panini reedita la saga completa de la Imposible Patrulla X que significaba la despedida de Chris Claremont de la cabecera. Tras un regreso poco inspirado y su paso por otras series de la franquicia el arquitecto de todo el universo mutante dejaba una etapa más inspirada y que tenía el aroma a los X Men clásicos sin ser anticuada, el maestro se hizo perfectamente a la época y dejó una etapa notable.
Puedes encontrar los tomos que componen la saga en este enlace.
Cuando Chris Claremont tomó las riendas de los X Men el equipo se había revitalizado con un número especial, el legendario Giant Size de Len Wein y Dave Cockrum, pero su serie regular era poco más que un contenedor para reeditar la antigua colección. El escritor llegó con una idea en mente, crear algo más que un equipo de superhéroes, tenía que representar a los marginados. La idea de que los mutantes son odiados y temidos le sirvió para mucho más, para hablar de racismo, de segregación y de los odios sin sentido.
El guionista lo comentaba en una entrevista durante una de sus últimas estancias en el Salón del Cómic de Avilés, lamentándose de lo poco que se diferencia la situación social actual a la que existía cuando comenzaba su singladura en la colección.
“Los mutantes nacen con superpoderes, no los consiguen en un laboratorio ni en un viaje estelar. Pueden decir: nací diferente. ¿Por qué me odias por eso? Y esa metáfora la entendían las personas negras, y también los latinos, las personas LGBTI y los árabes. Lo que me rompe el corazón es que en los últimos 45 años eso no haya mejorado”.
Porque detrás de los superhéroes, las batallas, las grandes crisis, había una serie de temas que tratar. Claremont se interesó por los personajes femeninos muertos, creando y desarrollando una serie de heroínas que a día de hoy siguen vigentes y han alcanzado popularidad entre los lectores y poder en el panteón de personajes Marvel.
Tras más de década y media dejó la serie, volvía en plena ola de cómics grim and gritty, y resultó demasiado “clásico” para los lectores, se adaptó en otras colecciones mutantes como Xtreme X Men donde pudo poco a poco actualizar su estilo y reincorporarse al universo, casi como si fuera una antesala de lo que iba a dejar en esta Imposible Patrulla X.
Y llegó el regreso a la serie que encumbró, y lo hizo acompañado de uno de los artistas más queridos de Marvel: Alan Davis. Con el británico pergeñaron Excalibur, una obra muy diferente que aún estando dentro del universo mutante, no había casi mutantes, viajes interdimensionales, deidades galácticas, cazarrecompensas espaciales y sobre todo humor y carisma, a paladas. Todo parecía indicar que podíamos entrar en una etapa de oro de la Patrulla X.
Los dos primeros arcos fueron el reencuentro con su serie tras muchos cambios intentando recuperar viejos laureles. Llegó, vio y decidió que lo que necesitaba era recuperar viejos mecanismos que parecían haberse olvidado en pro de espectacularidad y giros sorprendentes. Muchos habían usado su estilo pero fueron limitados por la editorial. Lo primero fue recomponer su grupo con los personajes que había desarrollado durante años junto con los que había creado para conformar un grupo que tuviera futuro. Recuperar como principales a Rachel Summers o Sabía era una decisión que muchos vieron arriesgada, se equivocaban.
Y no se detuvo ahí, X 23, la Lobezna actual que todos adoran tras su paso por las pantallas de cine en Logan, era en aquel momento un personaje terciario, en una saga le dio un interés que no tenía desde aquel NYX tan alternativo. Y de repente el Club Fuego Infernal tan vapuleado tras su marcha volvió a su antigua importancia y protagonizaba su arco. Un pequeño impass para celebrar la Navidad, reunirse con Salvador Larroca con quien desarrolló los Xtreme X Men y dar paso a Peter Milligan en la serie X Men daba un respiro al estilo mutante.
Y mientras los lectores volvían a coger el tono Claremont, él seguía a su estilo, desarrollar los personajes, meterse en sus cabezas y sus relaciones y enfrentarlos a desafíos que podrían suponer cambios físicos y psíquicos brutales. Y de paso volvía a la Tierra Salvaje y ampliar aún más ese mundo congelado en el tiempo con una nueva especie de dinosaurios evolucionados. Rachel vería crecer sus poderes y sospechar que había algo más detrás de esto. X 23, Laura, volvía a tener su espacio dejando claro que el escritor sabía manejar muchos personajes. Pero se acercaba el gran evento que lo cambiaría todo, el universo Marvel entraba en la Dinastía de M.
Pero para Claremont este día es diferente. Decidió contar cómo afectó este cambio en la realidad a una de sus grandes invenciones el multiverso que dirigía Opalo Luna Saturnina y desarrollado en Excalibur. Una saga de mundos alternativos y muy centrada de nuevo en Rachel y Mariposa Mental, los cambios seguían el plan del patriarca. Y tras el fatídico día llegaba el encierro de la Mansión X y como afectaba a sus habitantes, el guionista seguía jugando con la psicología, y el encierro siempre produce reacciones agresivas.
El one shot y la saga posterior volvería a ser una demostración de cómo Claremont se había actualizado y había traído sus viejas bazas a la actualidad a toda potencia. Los Sh’iar hacían acto de presencia buscando a la hija del Fénix, porque todo indicaba que podría traer de vuelta a esa fuerza de destrucción. Tras esta larga estancia el escritor tuvo que dejar sin acabar algunas historias que cayeron en manos de Tony Bedard, un hábil guionista que cumple, pero que no llega a la profundidad ni el ritmo de Claremont.
Al dibujo encontramos a grandes autores de la casa de las ideas como Alan Davis, Chris Bachalo u Oliver Coipel. Todos con un estilo tan diferente que Claremont sabía cómo aprovechar sus fuertes. Las primeras sagas muy heroicas de Davis eran de corte más clásico y le permitió recuperar a los personajes que en Excalibur ambos convirtieron en iconos. Con Bachalo entra en la etapa de alíen y rarezas, de poderes convertidos en alteraciones de las viñetas. El saber hacer del escritor hizo que los dibujantes pudieran contar la historia y mostrar siempre un poco más de su estilo y sus preferencias al dibujar en cada número.
Esta nueva etapa quedó sin definir, y Claremont ha vuelto a escribir a los mutantes, pero no en sus serie madre, ni de forma tan continúa. Significó el adiós (esperemos que temporal) del patriarca mutante de su gran obra, pero dejó claro que su estilo sigue vigente y funciona, porque la Patrulla X siempre fue con su mano algo más que un simple equipo de superhéroes.