La Carretera de Cormac McCarthy por Manu Larcenet

JOTA (J.C. Royo) 21 de Junio de 2024

En La carretera, el mundo civilizado ha terminado y un padre y su hijo sobreviven con lo poco que queda y la poca esperanza que pueden crear.

Me gusta mucho Cormac McCarthy, es un autor complejo, denso, muy norteamericano y con una capacidad emotiva que abruma. Meridiano de sangre me dejó tocado a demasiados niveles cuando lo leí siendo joven, su trilogía de la frontera es una gran epopeya americana. Pero la Carretera es algo muy diferente, es el fin del mundo como lo conocemos, es una historia especial, asfixiante, deprimente, con dilemas morales y muy oscura, es un estudio del hombre en su final, en el ocaso de todo lo que significa ser humano. 

Y logra hacer realidad la pesadilla postapocalíptica sin grandes escenas de batallas o destrucción, lo hace a través de páramos desolados y escenarios grises y muertos, de la introspección de un padre que solo desea que su hijo viva un día más, en una pesadilla dantesca y sin futuro, pero que viva. La adaptación a película de La carretera me gustó pero era un resumen de la sensación que produce el libro. Es muy difícil apretar el corazón en el pecho del lector como lo hace el texto.

La carretera viñeta

Larcenet deja una adaptación mayúscula que transporta al lector a ese mundo desolado a través de un dibujo detallado, de tintas negras en las figuras y de mundos grises cubiertos de ceniza, escenarios muertos donde no hay luz que permita asomar la esperanza. Los colores, apagados pero existentes, sirven para separar las sensaciones y aislar las descripciones gráficas, no hay ni un texto descriptivo o explicativo al que el lector pueda aferrarse para buscar un origen de este mundo o su camino futuro, no hay nada más allá de la ceniza. 

Recoge todo ese mundo destinado a morir dónde tener principios es casi imposible, logra adaptar sin los textos las sensaciones de los personajes. Un ejemplo es la escena en la que la desesperación del padre enseñando a su hijo a suicidarse, escondida entre las viñetas primero y remarcada en la confirmación del mismo acto para asegurar que no dejará que el niño sea víctima de la barbarie de ese monstruoso mundo. Y todo esto está planteado en tan poco espacio en tan pocos gestos que resulta más sobrecogedor si cabe. Larcenet ha creado secuencias que pueden producir pesadillas a cualquiera . Apabullante el arte y el dominio del ritmo del francés. 

No va a gustar a todo el mundo, no tiene acción, no es agradable, y sobre todo, es una pesadilla que nadie quiere vivir. Parece que sea fácil entrar, “es un postapocalíptico más” dirán muchos ,pero no es así, la recompensa de esforzarte es agridulce.

En la Carretera paseas por el fin del mundo, acompañas a un padre que vive por su hijo recorriendo una carretera que alberga en su final un atisbo de vida, el mar. Es una narración que destila desesperación, alberga un análisis del ser humano en su momento más bajo. No hay grandes interacciones, y el miedo y el egoísmo suelen dominarlas, pero en medio de este páramo que Larcenet ha dibujado el mantener valores y esperanza está en la mano de los protagonistas, y es muy difícil tenerlos.

Es un slice of life en el infierno, un inframundo creado por el hombre, es la vida abriéndose camino de todas las formas, arrasando y continuando la tónica de una especie destructiva, de supervivientes que se esconden para tener un día más, es un mundo sin futuro y las personas siempre serán personas.

JOTA (J.C. Royo)

Desde que tengo memoria he leído cómics. Mi madre me compró el primero antes de aprender a leer bien, alguien le contó a la pobre que ayudaba a los niños a acercarse a la lectura. Aún busca a la persona que se lo dijo para agradecérselo apropiadamente, con un garrote. Apasionado del mundo de la viñeta devoro todo cómic que se me pasa por delante. El americano es mi predilección pero el japonés y el europeo también llena mis estanterías. Si le añades los libros, las series de tv y las películas soy lo que hoy día llaman friki, y orgulloso de serlo. Periodista con estudios audiovisuales y gusto por la comunicación a todos los nivéles, cuando me lo permiten escribo. No me caso con nadie y ya sea aburrido, trepidante, intenso o un gasto de papel, un cómic hay que leerlo y comentarlo para que esté de verdad vivo.

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