Tras grandes presentaciones en Marvel como Los Inhumanos o Pantera Negra, todavía teníamos a Stan Lee y Jack Kirby en estado de gracia y con cosas por contar. Panini Comics vuelve a concentrar lugares y personajes legendarios mientras nos presenta a Blaastar o anuncia la existencia del Imperio Kree.
Marvel. Un filón que no parece terminar nunca
Si la Edad Dorada de Los Cuatro Fantásticos se había iniciado poco antes de la llegada de Galactus y su heraldo Estela Plateada, lo que vino a continuación en Marvel no hizo que el ritmo de geniales creaciones decayese. En los volúmenes anteriores ya habíamos asistido a la primera aparición de la raza de Los Inhumanos y también una visita a la Wakanda gobernada por Pantera Negra pero todavía quedaban importantes novedades por revelar por parte de un dúo creativo que estaba viviendo su máximo esplendor.
Al principio de este tomo todavía heredamos tramas del anterior, con el robo de los poderes de Estela Plateada a manos del Doctor Muerte, incluso la aparición del Hombre de Arena también evoca ecos del pasado reciente de la Primera Familia.
Pero también hay un espacio reservado a las presentaciones, unas más importantes que otras si nos referimos a su posterior relevancia, aunque durante un tiempo se pudo decir que la amenaza de Blaastar estaba a la altura del primer equipo formado en el Universo Marvel moderno. Pero en la actualidad el extraterrestre que llegó a la Zona Negativa exiliado por su propio mundo hace tiempo que dejó de ser alguien importante. No es así con la otra gran incorporación al cosmos de los Richards y compañía, la noticia de la existencia de una civilización alienígena que ya había tenido presencia en la Tierra unos cuantos milenios antes, los Kree.
Un profesor para encontrarlos a todos
Por el momento solo podremos ver a un vestigio de los Kree, el Centinela Intergaláctico 459, dejado atrás para proteger la base avanzada largo tiempo abandonada. Y aquel que los halla no es otro que el explorador, aventurero y profesor Daniel Damian, el mismo que casi diez años después también tuvo el honor de encontrar a otra importante civilización dentro del Universo Marvel, ni más ni menos que Los Eternos, una creación de Kirby también, aunque en esa ocasión su suerte llegaría a su fin.
El anuncio de una nueva raza del espacio se terminaría traduciendo en la aparición de esos guerreros de piel azulada que con el tiempo nos ofrecerían a uno de los héroes más importantes de La Casa de las Ideas, el Capitán Marvel original.
Y entre tantas luces, puñetazos y tramas de interés sigue existiendo un personaje que vive eclipsado por un grupo de hombres, sobre todo su marido, empeñado en proteger a una muñequita a la que apenas da valor, como si Susan Storm Richards necesitase realmente de tanta atención para lucirse.
Apenas está empezando a rebelarse un poco, a dejarse ver sin la necesidad de una orden precisa que le diga cómo, donde y cuando debe actuar. Hoy en día la actitud de Reed respecto a la que ya es su esposa sería tachada de machista… y con razón. Menos mal que Susan terminaría por liberarse del yugo de ser La Chica Invisible, aunque todavía le quedaba un largo camino para conseguirlo, para que John Byrne le diese la libertad que merecía.
El remate al Doctor Muerte
Para el final nos hemos dejado la resolución de la primera aventura, ese giro que siempre se guardan en la manga el escritor y el dibujante, el pequeño resquicio de esperanza por el que encontrar una solución temporal a la amenaza que representa un villano a la altura de Victor Von Doom. En este caso había que leer la letra pequeña del contrato que le dejó Galactus a Estela Plateada por su traición, la imposibilidad de poder abandonar el planeta Tierra a lomos de su inseparable tabla, expresión absoluta de su poder cósmico.
A veces puede parecer que los autores recurren a simples recursos pero dotar de una riqueza inmensa a sus personajes y sus entornos permiten hallar este tipo de joyas que permanecen en el recuerdo de los lectores que hollaron estas cimas cuando todavía parecían comics modernos.
Veníamos de vivir la grandeza en estado puro, quizás ahora estemos un paso por detrás. Eso no hace menos valiosos estos episodios de Los Cuatro Fantásticos, los que van del #59 al #64 USA. De nuevo un campo de lucimiento para Lee y Kirby, con Joe Sinnott a las tintas, seguramente las que mejor le sentaron a Kirby siempre.
Jack siguió con esos detalles realistas que de vez en cuando nos dejaba como pincelada, la prueba en este volumen es la pantalla que muestra la situación complicada que vive Reed Richards en la Zona Negativa, un lugar, la zona de colisión, que ya conocía anteriormente. El mejor comic del mundo seguía dando muestra de ello y todavía le quedaba mucho por enseñar.
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