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Las fuentes perdidas. No siempre una adaptación está a la altura

las fuentes perdidas

A mediados de 2017, José Antonio Cotrina consiguió publicar Las fuentes perdidas, su novela de fantasía oscura donde el velo entre los mundos demostraba ser lo suficientemente fino como para pasar de una dimensión a otra. ECC Comics despliega un antiguo mapa para adentrarse en un lugar tenebroso.

El Santo Grial de las fuentes

La búsqueda de la inmortalidad o encontrar la forma de cumplir cualquier deseo son temas recurrentes en la literatura desde hace muchísimos años. El retrato de Dorian Grey es un perfecto ejemplo de ello. José Antonio Cotrina planteó en Las fuentes perdidas, de más de quinientas páginas, la posibilidad de cruzar desde nuestro mundo a otro paralelo donde el horror y las maravillas se mezclaban y confundían.

Allí dio forma a la historia de uno de esos personajes que consiguen hacernos dudar de sus intenciones, de verlos como protagonistas de una obra que les lleva hasta el cenit de sus vidas, que nos hacen identificarnos con ellos de formas que nunca creeríamos posibles, sobre todo porque no estamos ante la figura del héroe, ni mucho menos. Délano Gris no es más que un mercenario, un tipo canalla que se va a ver envuelto en una búsqueda complicada que apenas puede guiar.

El grupo que lo acompaña en Las fuentes perdidas es de lo más variopinto. Incluye a una espiritista, un nigromante, soldados y otros elementos tan fantásticos que es difícil catalogarlos exclusivamente como el relato nos plantea. Juntos son muy conscientes de que tendrán que adentrarse en un lugar maldito bajo la promesa de una enorme recompensa y Délano es el único que les puede conducir hasta allí.

El motivo y la explicación se encuentran en el pasado del personaje, enraizado entre diversos componentes que se hallan entre las sombras de la crónica de la que somos testigos. Cada uno con un objetivo diferente pero que lleva a un objeto de deseo común. Por eso veremos a alguno de los protagonistas comportarse de extrañas maneras, indiferentes ante el sufrimiento de los demás si sirve a su plan.

las fuentes perdidas pagina
Las fuentes perdidas pagina

La dificultad de plasmarlo

Comprimir más de quinientas páginas en una adaptación al comic que no llega a las cien puede dejar cojos determinados conceptos. En bastantes ocasiones tenemos la sensación de perder agilidad en la narración mediante saltos que consiguen despistarnos. Y no estamos hablando de los flashbacks que nos ponen en situación sobre los acontecimientos pasados del protagonista, esa suerte de John Constantine que sabe más de lo que parece y no está solo para leer el mapa que les llevará hasta el codiciado premio de su búsqueda infernal.

Nadie dijo que fuera fácil tener que condensar tanto en poco espacio y es algo de lo que suelen pecar este tipo de proyectos. El problema es que, independientemente de los detalles ampliados que puede ofrecer la lectura de la novela, aquí sufrimos mucho en el ritmo y además no nos permite terminar de comprender una buena parte de las relaciones personales que se van forjando.

Pero además hay otros errores bastante groseros en esta edición, sobre todo el apartado de la rotulación. Siempre puede escaparse algún pequeño gazapo, que en este comic empieza por ser el apellido mal escrito de uno de los personajes secundarios, Milvdas (en lugar de Milvidas, como aparece después). Podría haberse quedado ahí pero hay mucho más y desluce un trabajo razonablemente bueno en otros aspectos. Poner “color” en lugar de “dolor” y oscilar el nombre de otro personaje entre Cicer y Cicero son solo algunos ejemplos más de ese despropósito que lleva a preguntarse lo que se revisa un producto antes de su llegada al mercado.

Un mundo oscuro

Alfredo Álamo y Juan Bobillo han sido los encargados de traernos esta truculenta historia al formato cómic o novela gráfica si queréis ser más puristas. No es una narrativa en la que abunde el diálogo ni las reflexiones filosóficas, nos encontraremos con varias páginas donde apenas aparece un pequeño bocadillo de diálogo e incluso un par de ellas donde solo tendremos el dibujo. Sin embargo eso no dice nada de las dificultades de aplicar un guion a una obra ya escrita, adaptarlo a otro medio. En eso Álamo lleva a cabo un buen trabajo a pesar de alguna pincelada de la que ya hemos hablado.

En el apartado visual tenemos una representación difusa de un entorno que queda mejor desarrollar a nivel propio como el sueño onírico que es. Un universo diferente al nuestro que comparte estructuras pero se vertebra en el horror de los que lo pueblan y en un paisaje agreste, salvaje, que invita directamente a la supervivencia en una búsqueda que difícilmente evitará dejar cadáveres por el camino.

Las escenas de acción encuentran un equilibrio balanceado con el resto pero consiguen dotarlo de ese necesario enfoque que nos arrastre entre disparos certeros y vísceras que salpican. Al final, como toda historia que se precie, tiene que haber una moraleja. En este caso, que la vida no te pese, que tus sueños se cumplan y que las pesadillas no te alcancen.

Puedes comprar la adaptación a cómic de Las fuentes perdidas en este enlace. 

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