Pasado&Presente publica un nuevo libro del gran teórico del cine David Thomson, ‘Instrucciones para ver una película’ . Dónde habla de cine, con pasión, como herramienta y como discurso personal de un autor con el público.
David Thomson es un reputado crítico y profesor en el Darmouth College. Con más de veinte títulos literarios sobre cine, varias participaciones como jurado en el Festival de New York y un premio por su contribución al mismo a sus espaldas, es un experto en el tema. Pero en su libro se ve más a un apasionado del relato cinematográfico en todas sus formas, esa obsesión por un anuncio con el deportista Derek Jetter da ejemplo de su amplia conciencia de lo que es un relato audiovisual, no limitado únicamente a películas, tiene su espacio el nuevo formato de las historias, internet y Youtube. Pero en este libro habla de cine, habla de cómo vemos cine, de cómo sentimos cine, y sobre todo nos da pistas para poder pensar un poquito más cuando vemos cine en lo que estamos viendo, para entender un poquito más de lo que la película cuenta.
“En otras palabras, la verdad veinticuatro veces por segundo está ahí para acompañar el proceso por el cual proyectar todas las tomas una detrás de otra puede hacernos soñar”.
El libro tiene una estructura que cumple dos objetivos, explicar el cine, a nivel técnico, de historia, de arquetipos de personajes; y recorrer cada uno de esos puntos desde el inicio del fantástico mundo del cinematógrafo hasta nuestros días. Cada capítulo cuenta algo de historia del cine, y lo hace sin ser una lección de historia, son detalles y añadidos a su explicación. Thomson complementa su teoría sobre el cine con las películas que la crean.
Entre sus páginas descubriremos la pasión del autor por el cine desde que se creó hasta las versiones más nuevas, de sus fobias y filias, y de mucha información sobre el mundo del séptimo arte y como su crecimiento y relación con la sociedad y su evolución cambió la percepción, ya sea como arte, como narrador de la realidad, o como fuente de grandes ingresos. Cada capítulo aporta algo, como por ejemplo los dedicados a como contar una historia en cine y sobre el guión (¿Qué es una historia? ¿Acaso importa?) y sobre los directores (¿Quién hace esas películas?), se llenan de experiencias personales para dotar de vida a su explicación de cómo el cine convierte “cuentos” en sentimientos y experiencias muy propias para el espectador.
“No es que ir al cine sea un pasatiempo especialmente caro, aunque lo es más hoy, relativamente hablando, que nunca. Es más que eso, es que el énfasis de lo fantástico estriba en una perfección que existe, en primer lugar en el brillo de la luz.”
No podemos olvidar que hablamos de un hombre que nació en la época de oro del cine, es un niño de la posguerra del segundo conflicto mundial, y que ha visto pasar por delante suyo toda la evolución del séptimo arte. Su opinión no sólo aporta algo a la experiencia de una película, sino que resulta lucida y de importancia, ya que cuenta con una vida entera dedicada al cine. Un detalle a tener en cuenta es que Thomson es un inglés viviendo en Estados Unidos, muy gustoso del cine anglosajón, tampoco olvida el europeo o el asiático, pero centra su atención en el mercado americano, como ejemplo de grandes cambios en la industria.
Aunque ‘Instrucciones para ver una película’ puede resultar un poco difícil para aquellos que no estén muy introducidos en el mundo del cine, si le dan una oportunidad añadirá nuevos niveles al disfrute de una película. A los más experimentados les mostrará la visión de la experiencia y una forma personal de ver cine, que siempre añade nuevos argumentos que repasar cuando hablas o disfrutas de películas. Aquellos con más experiencia, los que hayan decidido inclinarse por el estudio del cine o el audiovisual, y tengan de sobra conocimientos técnicos e históricos de cómo se hacen películas, por ejemplo, pueden encontrar el recuerdo que les llevo a dedicarse al mundo del cine. David Thomson cumple con el propósito del título, da instrucciones para ver una película, algunas desconocidas para muchos, y otras que rememoran la pasión que producen las imágenes en movimiento que los hermanos Lumiere tuvieron la gran idea de comercializar.
“Si de verdad quieres ver una película, debes de estar dispuesto a asumir que tu propia vida se esfuma. Eso requiere conocimientos y educación y , a la vez, ser algo estúpido”.