La película Borderlands no convenció a los fans ni a los críticos, pero al menos los creadores de los videojuegos están contentos.
A pesar de que tenía un gran reparto, efectos especiales decentes y se basaba en una querida franquicia de videojuegos, la película Borderlands solo recaudó 32 millones de dólares en todo el mundo con un presupuesto de 110 millones. Es decir, fracaso total.
Al menos, ante los números tan bajos, en Take-Two Interactive intentan ver el lado positivo. Ya que, el CEO Strauss Zelnick le dijo a IGN: «Obviamente, esa película fue decepcionante. Dicho esto, en realidad vendió más catálogo. Así que no creo que haya perjudicado en absoluto, si acaso creo que puede haber ayudado un poco. Resalta algo de lo que he hablado muchas veces, que es la dificultad de llevar nuestra propiedad intelectual a otro medio».
¿Qué salió mal?
La adaptación cinematográfica de Borderlands ha recibido duras críticas por una serie de decisiones que la alejaron considerablemente de la esencia del videojuego original. Desde el principio, el reparto generó controversia, especialmente por las diferencias de edad entre los actores y los personajes. Además, la elección de actores reconocidos parece obedecer más a la necesidad de agregar «poder de estrella» que a encontrar intérpretes que realmente encajaran con los roles. Esto derivó en actuaciones que no logran captar el espíritu de los personajes originales, dejando a los fanáticos con una versión de los protagonistas que se siente extraña y descontextualizada.
La historia y el trasfondo de la película, aunque conservan algunos elementos básicos del lore del juego, como la creación de Pandora por una raza alienígena y la existencia de una criatura peligrosa, no profundizan en estos aspectos. Además, se ignoran temas fundamentales en el universo de Borderlands, como la fabricación de armas, la avaricia corporativa y el uso de ejércitos privados. Esto reduce la trama a una versión superficial de lo que los juegos han construido durante años, dejando de lado los elementos que aportaban profundidad al argumento original.
En cuanto al audio, la película presenta problemas de doblaje y mezcla, lo cual resulta desconcertante.
En varias escenas, los personajes hablan fuera de sincronización o se escuchan diálogos que no corresponden con la acción en pantalla. Estos problemas de calidad técnica distraen al espectador y perjudican el rendimiento de las actuaciones, afectando aún más la inmersión en la historia. A esto se suma la ausencia de personajes importantes en la narrativa, como Mordecai y Brick, dos de los protagonistas del primer juego. La decisión de reemplazarlos por Krieg, un personaje de menor relevancia, dejó a los seguidores insatisfechos y sorprendidos, ya que estos cazadores de la cámara son esenciales para la dinámica de grupo y la identidad de la franquicia.
Por otro lado, los escenarios de la película carecen de la identidad visual distintiva de los juegos. Mientras que en el videojuego cada ubicación tiene un estilo y personalidad únicos, los sets en la película resultan genéricos y sin alma, sin detalles que permitan al espectador sumergirse en el universo de Borderlands. A esta desconexión visual se le suma un cambio en el tono humorístico. La franquicia es famosa por su humor oscuro y sarcástico, pero en la película se presenta de forma infantil y simplista, con chistes que rozan lo absurdo y que pierden la ironía y crudeza característica del juego.
La representación de algunos personajes es otra de las quejas principales.
Tiny Tina (Ariana Greenblatt), por ejemplo, es presentada en el videojuego como una niña traumatizada, una experta en explosivos con una personalidad inestable y única. Sin embargo, en la película, su historia es alterada y su profundidad se ve reducida al convertirla en un clon fallido, lo cual elimina gran parte del atractivo y la complejidad de su personaje. Claptrap, otro personaje icónico, también sufre un cambio significativo: en los juegos, es una guía irritante pero entrañable, con una dualidad que lo hace interesante. En la película, en cambio, su papel se reduce a un alivio cómico excesivo y molesto, sin matices.
La decisión de darle a la película una clasificación PG-13 fue otro desacierto que limitó la posibilidad de capturar la violencia y crudeza que caracterizan a Borderlands. Los videojuegos están clasificados como M por su contenido gráfico, lo que añade una capa de intensidad visual y humorística. Al reducir estos elementos, la película pierde gran parte del tono y la atmósfera que los seguidores esperaban, dejando una versión diluida y descafeinada del universo original.
El problema más grave de todos es que la película se siente completamente ajena a la esencia de los videojuegos.
En lugar de expandir el universo de Borderlands y atraer tanto a fanáticos como a una nueva audiencia, la adaptación ofrece una versión diluida y sin identidad de la franquicia. Al final, la película no logra capturar ninguno de los aspectos clave que hicieron que fuera una saga popular, dejando a los seguidores decepcionados y al público en general indiferente ante una historia que no supo justificar la relevancia de esta franquicia en el mundo del entretenimiento.