Quizás sea el final de una etapa, pero no es la despedida definitiva del actual director de la saga, Jed MacKay, quien continuará con Vengeance of the Moon Knight. Panini Comics sigue adelante, acompañando cada paso hasta el desenlace de esta emocionante historia.
La muerte está sobrevalorada… o no
Últimamente, en el Universo Marvel, morir no está de moda y con el Caballero Luna no iba a ser una excepción. Pero estamos ante un cambio brusco en la dirección de los acontecimientos y al igual que se han acabado los protocolos de resurrección para los mutantes tras la caída de Krakoa, Konshu ha dejado de devolver a la vida a sus avatares. De hecho no es que el Díos lunar egipcio esté para muchas alegrías. Nuestro presente volumen se abre con un episodio especial conmemorativo, entrega Nº25 de la colección actual, que va a sentar las bases de los sucesos que vendrán a continuación, hasta el desenlace en el número Nº30.
Las piezas se van colocando cada una en su lugar para poco a poco llegar a un desenlace funesto que ni siquiera Luna de Cazador o Tigra, interés amoroso de nuestro Caballero Luna y que tantos recuerdos nos ha traído de los tiempos que ambos compartiendo alineación en Los Vengadores Costa Oeste van a poder evitar. Pero si alguna cosa se ha pretendido defender a toda costa, durante esta etapa del título, esa ha sido la Misión de Medianoche, que amenazada por diversas direcciones consigue prevalecer al final, aunque tenga que hacerlo bajo una nueva dirección, sin esa encarnación de Marc Spector a la que conocemos como el Señor Luna, un relevo lógico aunque inesperado.
Brillando en la oscuridad
Incluso cuando partimos de una mezcla de redención y una parte de traición, Marc Spector consigue emocionarnos al dejarnos ver su lado más humano. No parece sencillo ante un hombre con tantas personalidades ocultas pero a veces la vulnerabilidad permite encontrar esa muestra, claramente, de la necesidad del apoyo de los demás, dando por buena cualquier mano que se nos tienda para salir de una montaña de escombros o andando de las llamas del infierno que devora un edificio. Personajes como Bola 8 o Zodiaco dotan de un empaque tremendo a la aventura, son capaces de pervertir una escena al tiempo que la engrandecen. Y eso no está al alcance de cualquiera.
Pero el verdadero enemigo es el que nos debilita poco a poco, el que orquesta un plan maestro para derrotarnos mientras por el camino nos va dejando un reguero de dolor. Aquel que primero nos quita los apoyos, nos va aislando hasta que nos tiene solos y a su merced. Es ese el rival que todos queremos ver en un comic, el que aporta una verdadera sensación de peligro, de estar cerca de hacerse con sus objetivos, incluso arrebatarnos el último aliento.
En este caso se trata de Espectro Negro, una nueva encarnación del personaje, que debutó en el número Nº25 (noviembre de 1982) de la colección original de Caballero Luna (véase el detalle de la numeración al hacer coincidir su reaparición en el mismo episodio actual), bajo los auspicios de Doug Moench y Bill Sienkiewicz. Ahora será otra persona la que se halle bajo la máscara de esta némesis del Puño de Konshu.
La muerte no marca el final para Caballero Luna
Jed MacKay podría haber puesto punto y final a su andadura con el personaje, sobre todo teniendo en cuenta la elevada carga de trabajo que mantiene en diversas colecciones de La Casa de las Ideas, como Doctor Extraño o Los Vengadores. Pero en realidad está lejos de todo ello, para el guionista se trata solamente de un punto y aparte, pues seguirá al frente de Vengeance of the Moon Knight, el arco que sí supondrá su marcha tras ocho episodios más, que han terminado de publicarse en el mes de agosto de 2024. Una poderosa razón de marketing la de reiniciar para dar un justo final.
Para concluir el presente volumen del Caballero Luna seguimos teniendo a los dibujantes que han venido siendo habituales en los últimos compases del título, Alessandro Cappuccio y Federico Sabbatini. Los italianos, ambos nacidos en la Ciudad Eterna, Roma, continúan con ese toque lóbrego y difuso que tanto bien ha hecho a unas tramas oscuras.
El final exigía no perder ese enfoque de claroscuros, de jugar con el contraluz, de poner a las figuras proyectando sombras que muchas veces impiden ver con claridad cuando la fuente de luz se sitúa en la parte de atrás de la escena. Una etapa bastante redonda a la que le falta el remate, uno que nos seguirá manteniendo a MacKay y Cappuccio para que no decaiga la fiesta.
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