Batman Begins de Christopher Nolan reformuló en 2005 el mito de Bruce Wayne en la gran pantalla y redefinió el personaje de Batman de la manera más acertada posible, ofreciéndonos un Caballero Oscuro cimentado por el miedo y las dudas de un niño que creció solo por culpa de la enfermedad que siempre envenenará las calles de Gotham City.
Cuando el superhombre de Action Comics se convirtió en un éxito superventas y un icono pop para la cultura popular de masas, Detective Comics tuvo que ponerse manos a la obra para darle a la editorial un nuevo impulso narrativo, creativo y de mercado al imaginario colectivo. De esta manera llegó Batman, de la mano de Bob Kane (concepto) y Bill Finger (desarrollador no acreditado). Con el paso del tiempo, el personaje se asentó en el Noveno Arte y tardó unos 20 años en ser adaptado a la televisión con la reconocida serie de los años ’60. Adam West (‘Robinson Crusoe en Marte’) fue el primero en caracterizarse como el álter ego de Bruce Wayne, pero más tarde llegaría Tim Burton (‘Eduardo Manostijeras’) con su universo personal para destapar la venda al mundo con Batman (1989) y Batman Returns (1992). El personaje ya era todo un icono de masas y se había convertido en un verdadero éxito para el público. Pero lo que nadie imaginaba es que la peor etapa del Hombre Murciélago todavía estaba por llegar…
Si los años ’90 fueron malos para la producción creativa de los cómics, Batman Forever (1995) y Batman & Robin (1997) no acabaron siendo el bálsamo curativo necesario para un personaje como el Caballero Oscuro. Las tragedias que filmó Joel Schumacher (‘Un día de furia’) estuvieron a punto de cargarse al personaje en la gran pantalla, pero a Batman todavía le quedaba una bala en la recámara. Aunque no adelantemos acontecimientos. Remontémonos unos cuantos años atrás y viajemos a los quioscos donde los niños de nuestro país soñaban con convertirse en Spiderman y el resto de personaje de Los Vengadores. Marvel Comics llegaba con mucha más facilidad a esas tiendas no-especializadas gracias a las adaptaciones de Vértice o Bruguera, pero el sello de DC Comics era mucho más difícil de conseguir. Historietas sueltas de Batman y Superman alcanzaban al pequeño público español que anhelaba más narraciones de estos personajes. Nadie tenía muy claro hasta los años ’80 por qué Bruce Wayne gozaba de unas habilidades de pelea tan elevadas como las que posee, pero sería la reformulación del mito del Hombre Murciélago que llevó a cabo Frank Miller («Daredevil: Born Again«) el golpe definitivo para que Batman se convirtiera en lo que ahora todos conocemos.
Flashback terminado. Volvamos a finales de la década de los ’90 y principios del nuevo milenio, con la resaca de ‘Batman & Robin’ todavía coleteando por el traumatizado público infantil y todavía más catatónico público adulto que había crecido al mismo tiempo que Bruce Wayne.
El golpe parecía definitivo y el final de esa tetralogía de estética cercana a la parodia podía suponer tanto el final del personaje en la gran pantalla como la pérdida de los derechos de Warner Bros. El estudio cinematográfico corría el riesgo de que Batman y todo su universo cambiaran de bando y puso en marcha un nuevo proyecto, esta vez más serio que los precedentes. Es entonces cuando entra en escena el nombre de Christopher Nolan (‘Interstellar’).
La llegada del hombre que tenía la obligación de redefinir el mito de Bruce Wayne: Christopher Nolan y el Caballero Oscuro, una combinación de éxito desde el minuto cero.
Por aquel entonces, el emergente Christopher Nolan había dado sus primeros pasos con el cortometraje titulado ‘Doddlebug‘ (1997) y el largometraje ‘Following‘ (1998). Con la llegada del año 2000 aparecía ese experimento cinematográfico que fue ‘Memento‘ (2000) y que le daría al cineasta el prestigio y el reconocimiento suficientes para que Warner Bros. se fijara en él como posible candidato para la resurrección de Batman en la gran pantalla. ‘Insomnio‘ (2002) sólo sería un anticipo de lo que vendría después y la reafirmación de que era Nolan y nadie más el que debería convertirse en el capitán del nuevo Hombre Murciélago en el cine.
Con el comandante de a bordo al mando de la nave, faltaba el intérprete que se colocaría -una vez más- el uniforme de Caballero Oscuro. Después de la aceptable versión de Michael Keaton (‘Birdman’), la inadaptada presencia de Val Kilmer (‘Willow’) y la pesarosa interpretación pezonérica de George Clooney (‘O’Brother’), Warner Bros. tenía un grandísimo reto por delante que resolvería con la confirmación de Christian Bale (‘La gran estafa americana’).
Esto sería el principio de una relación que todavía persiste en el presente y que aupó a ambos artistas cinematográficos a esferas celestiales del panorama audiovisual. Los ingredientes estaban sobre la mesa y Christopher Nolan solamente tenía que mezclarlos de la manera más precisa posible para devolver al personaje el prestigio que Batman merecía.
De esa manera surgió ‘Batman Begins‘, un reto muy complicado tanto para Warner Bros. y DC Entertainment como para el propio director. Ambas compañías pretendían borrar la huella casi indeleble que habían dejado las dos últimas películas del Hombre Murciélago, mientras que Nolan quería seguir explorando su propio lenguaje audiovisual y cinematográfico con un personaje que tenía más matices de los que antaño le habían dado.
Con una resolución pasmosa, el director de ‘Origen‘ (2010) decidió poner a Batman a la altura de la realidad y se centró en darle a ese nuevo universo superheroico una planificación total basada en posibilidades reales tanto en las tramas como en los objetos empleados. La mitología moderna del Caballero Oscuro había llegado y ‘Batman Begins‘ sólo era el comienzo.
La construcción del mito de Bruce Wayne: Batman como nunca lo habíamos visto antes, oscuro, peligroso y tremendamente real.
Tras definir lo que quería hacer con ‘Batman Begins‘ y contar con todo el reparto y los medios suficientes para poner en marcha el proyecto, Nolan se lanzó a la producción. Pero en una película como ‘Batman Begins‘ es preferible bucear en el guión porque la construcción de un personaje desde cero es tanto o más difícil como la traslación a la gran pantalla.
Hay que tener en cuenta que ‘Batman Begins‘ era un reboot cinematográfico, antes de que los reboots y los remakes estuvieran a la orden del día. Por esa razón, Nolan no se encontraba sólo con obstáculos de rodaje sino también con obstáculos creativos evidentes. ¿Cómo lograr que un personaje tan complicado como Bruce Wayne tenga unos cimientos fuertes y sólidos, básicos al menos para colocar un nuevo universo cinematográfico? Había que pulir cada parte, cada ramificación y cada detalle -por nimio que fuera-con el propósito de dibujar a Batman con el pincel de la oscuridad y el realismo que tanto obsesionaba a Christopher Nolan.
De esta manera cogió a Ra’s al Ghul para mostrar al mundo el entrenamiento físico y mental al que voluntariamente se somete Bruce Wayne con el propósito de convertirse en una leyenda, entregado al ideal utópico de la justicia y comprendiendo la ira, la rabia y la impotencia que habitan en su interior para hacerlas suyas.
La comprensión de estas debilidades, de estos defectos, es la fortaleza de Batman. Pero por encima de todo habría que hacer hincapié en el concepto del miedo como la base del Caballero Oscuro de Christopher Nolan. Y es que ‘Batman Begins‘ habla casi única y exclusivamente del miedo. La propia justificación de Batman como símbolo, como arma física frente a las fuerzas del mal, es seguir la idea del miedo y trasladarla a sus enemigos. «Ahora mis enemigos compartirán mi miedo«. El miedo como fuerza de voluntad a la hora de actuar, el miedo como ente de control de la ira, el miedo como sinónimo de Batman.
Además de Ra’s al Ghul, la Liga de las Sombras y la permanente presencia de la mafia en la ciudad de Gotham, si ‘Batman Begins‘ es una película que habla sobre el concepto del miedo no podíamos no esperar a la figura del Dr. Crane (Cillian Murphy). Espantapájaros es la pura personificación del miedo, lo que da pie al cineasta y sirve de puente a Nolan para seguir explorando ese submundo psicoanalítico de Bruce Wayne, el universo psicológico de un héroe o anti-héroe tanto o más egoísta, peligroso y traumático que los villanos a los que golpea con sus propias manos cada noche.
‘Batman Begins‘ significó el final de un periodo desastroso de adaptaciones cinematográficas del Hombre Murciélago, pero también consiguió poner las bases de una nueva saga en la gran pantalla y se convirtió en la semilla de la trilogía del Caballero Oscuro.
Una vez terminada ‘Batman Begins‘, la pregunta resultante no era otra: «¿Y ahora qué?«. Las dudas sobre si Christopher Nolan iba a seguir o no con la naciente franquicia del Caballero Oscuro quedaba en el aire, pero el paso del tiempo despejó todas las incógnitas cuando se confirmó que el director iba a repetir para llevar al cine ‘El Caballero Oscuro‘ (2008).
La continuación de ‘Batman Begins‘ levantó expectativas y pasiones a partes iguales, más si cabe a los lectores más puristas de los cómics con aquel final de «la escalada» que nos traía la carta de El Joker y la más que probable aparición del príncipe payaso del crimen en la secuela del Caballero Oscuro.
Y así fue, como todos bien sabemos y conocemos. El Joker (Heath Ledger) llegó, pero ese es otro asunto cuando tengamos que rememorar ‘El Caballero Oscuro‘ y hablemos tanto de la legendaria caracterización del actor australiano siendo Joker como de la notable película que Christopher Nolan se sacó de la manga, agrandando su leyenda y el legado de Batman. Sin embargo, nos quedaremos en ‘Batman Begins‘ y pasaré ahora a reflexionar con una valoración personal lo que considero que la primera película del nuevo Caballero Oscuro supuso, supone y supondrá para el público.
Batman Begins es la mejor película de superhéroes de la historia.
Así de claro: ‘Batman Begins’ es la mejor película de superhéroes de la historia. Al menos que yo haya visto hasta la fecha. Christopher Nolan cogió al personaje más difícil de la literatura universal (mucho más que el Hamlet de William Shakespeare) y le dio un vuelta cinematográfica para trasladarlo al mundo real.
O al menos lo más parecido a lo que es nuestro día a día. Nuestro mundo. Con Batman. La reflexión sobre el miedo y la construcción del mito (tan importante para mitómanos como somos los lectores de cómics) de Bruce Wayne fue un verdadero privilegio. El uso del concepto del temor puede parecer excesivo si se mira con cierta perspectiva, pero debo hacer hincapié en el acierto del director con este asunto. Porque Batman es puro miedo.
Batman es el personaje más peligroso y egoísta que he leído en mi vida. Su constante y permanente justificación de la guerra que libra cada noche en la oscuridad de Gotham City sólo es un arma de doble filo: justicia y redención. La culpabilidad y el miedo asolan el imaginario de Bruce Wayne tanto o más que la necesidad de tener controlado absolutamente todo.
Desconfiado, agresivo y obstinado, el Caballero Oscuro podría parecer un paladín de la justicia pero es una bestia que ha desarrollado una mente insana y obsesionada con la idea de la muerte, esa que le golpeó apenas siendo un niño y que llenó su vida de miedo, temor y dudas. Todo ello queda a un lado cuando Bruce Wayne se pone la máscara del Hombre Murciélago y todo ello queda reflejado en ‘Batman Begins‘. Pensadlo por un momento y contestadme: si Batman no fuera un ser egoísta y no quisiera justificar la existencia de esa bestia que exterioriza cada noche vestido de murciélago, ¿por qué no terminaría con todas esas mentes trastornadas, como El Joker, que le obligan a salir cada noche a limpiar Gotham de maleantes? No acepto respuestas que no estén elaboradas…