Cambio de guionista y también de dibujante para esta nueva etapa de la hasta ahora exitosa adaptación de los Alien creados por Ridley Scott en su nueva andadura en La Casa de las Ideas. Panini Comics da la bienvenida a Declan Shalvey y Andrea Broccardo, los cuales prometen dar un buen espectáculo.
Los límites de la razón
¿Dónde ponemos freno a la investigación científica? ¿Cuántos riesgos asumimos de forma consciente o inconsciente cuando buscamos respuestas mediante la ciencia? ¿Cuánto nos gusta a los seres humanos jugar a ser Dios?. Son muchos los ejemplos que encontramos en la literatura o a través de los medios audiovisuales. Frankenstein o La Mosca nos hablan de los excesos, de las consecuencias morales de la experimentación extrema, la que es aplicada incluso a los seres humanos.
Podemos debatir ampliamente acerca de la conveniencia de dejar a la ciencia fluir, de buscar soluciones a nuestros problemas sin poner limitaciones más allá de las que responden a la lógica y al sentido común. Pero llegar hasta el final puede llevarnos a soliviantar al experimento, a sufrir los efectos que no tienen por qué ser aquellos que íbamos buscando.
Pero no es solo eso. ¿Qué hacemos si lo que hemos descubierto puede convertirse en un arma que incluso se vuelva contra nosotros? No estamos preparados para contener a un virus que muta hasta convertirse en mortal como para detener a una especie alienígena con ácido por sangre.
Por cierto, qué armaduras tan impenetrables se podrían hacer sacando la genética de esas venas capaces de contener un líquido tan corrosivo. La realidad es que al científico le pagan por conseguir lo que más vende y eso es, lamentablemente, el arma, de la cura ya hablaremos dentro de unos años… si no queda otro remedio.
Mientras tanto hay que disfrutar de lo que están haciendo Declan Shalvey y Andrea Broccardo, un nuevo vistazo hacia otra parte de la galaxia, hacia LV-695, una luna helada que guarda un secreto con muchos intereses cruzados.
Degustar un licor bien envejecido con una piedra de hielo
Es conocido que los aliens se aglutinan entorno a una reina, forman una colmena, con sus recolectores, sus guerreros y sus líderes. También les hemos visto actuar en solitario pero siempre hay un entorno detrás, una colonia durmiente, esperando su momento de volver a activarse, de reproducirse y formar una familia nuevamente.
La misma que forman Batya Zahn y su hija Zasha junto a Dayton. Una pequeña comunidad científica que trabaja para Talbot Engineering Inc., buscando reservas de agua bajo el manto helado de la luna, pero que se ha encontrado con un hallazgo sorprendente, muestras biológicas. Weyland-Yutani lo descubre y toma cartas en el asunto, siempre buscando cualquier señal que pueda acercarles a la raza de los xenomorfos, el arma potencial que tanto interés les despierta.
Una nave repleta de personal militar apenas tarda un par de semanas en personarse en la ubicación, con el objetivo de controlar todo lo que sucede, la USCSS Boreas, con un numeral que permite a Andrea Broccardo dejarnos un pequeño easter egg, 10251979, 25 de octubre de 1979, la fecha en que Alien, el octavo pasajero se estrenó en Italia (ya había llegado a España justo un mes antes, el 25 de septiembre).
A partir de ese momento la acción va a dividirse entre dos escenarios, la excavación que mantienen y la base de operaciones donde residen y se encuentran los laboratorios. Ya podéis imaginar que ambas van a convertirse en una zona de guerra.
Hay luz tras Philip Kennedy Johnson
El relevo tomado por Declan Shalvey puede describirse simplemente como genial. Tras la vorágine de revelaciones por parte de la anterior etapa, regresamos a un tono más intimista pero tremendamente efectivo. Genera un nuevo punto de partida que a largo plazo nos va a demostrar que no todo ha quedado desechado, que parte de las ideas del anterior guionista siguen muy presentes en su hoja de ruta, pero ahora tenemos nuevos protagonistas que se van a desenvolver entre los tópicos de la saga y entre algunas aportaciones nuevas que resultan esconder más de lo que parecía.
El trazo de Broccardo muestra constante movimiento, hasta en las escenas más sosegadas, que son pocas, podemos seguir la acción con la dirección hacía la que miran los ojos de los protagonistas. Sus aliens se muestran tan aterradores como estamos acostumbrados y al dibujarlos por decenas les convierte en una amenaza imparable, que arrasarán con todo lo que se ponga en su camino.
Sorpresas finales y continuidad de cara al siguiente arco de la serie. Un nuevo equipo creativo que claramente va a seguir alzando a los xenomorfos al Olimpo de las series de Marvel que parten de la adquisición de la Fox, siendo Predator la otra que goza de buena salud, augurando un futuro interesante para estas series.